martes, 1 de enero de 2013

¡Oh por tunos!




Las oportunidades se rebelaron y dejaron de asistir a las reuniones de los deseos. Una pandilla de Malos Momentos hizo popular a la Envidia entre los anhelos. Se fumaba, se inhalaba; algunos se la inyectaban: todos conseguían el placer, muchos aseguraban que no había algo tan bueno como soñar con lo que no se tiene. Una carencia suplida es una historia menos qué contar y una razón más a no envidiar…

Declarada la falta de quórum, los deseos se apoyaron en Los momentos (quizás los buenos) cosa que al Tiempo, por imperfecto, no le gustó. Se llenaron de vacíos, el presente se hizo pasado y el pasado a su vez, pesado…

Amaneció el mañana y se cambió el género; pasó de Día a Menos Horas. Alguien habló en silencio; para sí, para que no todos lo escucharan: no los envidio por lo que tienen y yo no tengo, si no por lo que no tuve; aún ahora pudiéndolo tener



“lo que fue,” así se llama la piedra que no puede remover la voluntad. Y por eso, por rabia y por despecho, remueve piedras y se venga del que no siente, como ella, rabia y despecho…
Nietzsche (como Zaratustra)

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