Hay cuatro amplias raíces del mal. Una es que la agresión a menudo es útil: es un modo de reducir conflicto y conseguir lo que uno quiere. Otra es el egotismo amenazado: las personas tienen opiniones favorables de sí mismas y buscan mantenerlas. Cuando alguien desafía estas opiniones favorables, las personas se revuelven contra quien lo hace. Esto, por supuesto, es contrario a la sabiduría convencional de que la baja autoestima causa la agresión, pero creo que es mucho más compatible con la gran cantidad de evidencia empírica.
La tercera raíz del mal es el idealismo. Tristemente, muchas personas recurren a medios violentos para conseguir lo que consideran objetivos positivos, deseables, como hacer del mundo un lugar mejor, defender sus ideales políticos o religiosos, o deshacerse de personas que consideran malvadas. Esto es generalmente colectivo, pero ha traído algunos de los mayores baños de sangre de la historia del mundo. Después de todo, los nazis y los soviéticos y los comunistas chinos estaban motivados todos por ideales positivos y una visión del maravilloso mundo que iban a construir. Las guerras de religión, asimismo, han sido a menudo brutales a pesar de sus muy idealistas motivos.
La última raíz es el sadismo. Es mucho menos prevalente que las otras tres, creo, pero puede ser enormemente cruel. Algunas personas aprenden a disfrutar infligiendo dolor y sufrimiento a otras y lo hacen por la satisfacción que les procura.
Esas son las causas profundas. Es difícil cambiarlas. Por otra parte la causa próxima de mucha violencia es un fallo de los frenos y del autocontrol. La mayoría de las personas refrenan la mayoría de sus impulsos agresivos y violentos.
La tercera raíz del mal es el idealismo. Tristemente, muchas personas recurren a medios violentos para conseguir lo que consideran objetivos positivos, deseables, como hacer del mundo un lugar mejor, defender sus ideales políticos o religiosos, o deshacerse de personas que consideran malvadas. Esto es generalmente colectivo, pero ha traído algunos de los mayores baños de sangre de la historia del mundo. Después de todo, los nazis y los soviéticos y los comunistas chinos estaban motivados todos por ideales positivos y una visión del maravilloso mundo que iban a construir. Las guerras de religión, asimismo, han sido a menudo brutales a pesar de sus muy idealistas motivos.
La última raíz es el sadismo. Es mucho menos prevalente que las otras tres, creo, pero puede ser enormemente cruel. Algunas personas aprenden a disfrutar infligiendo dolor y sufrimiento a otras y lo hacen por la satisfacción que les procura.
Esas son las causas profundas. Es difícil cambiarlas. Por otra parte la causa próxima de mucha violencia es un fallo de los frenos y del autocontrol. La mayoría de las personas refrenan la mayoría de sus impulsos agresivos y violentos.
¿Por qué hay mal?, una vez vistas todas las causas que incrementan la violencia hubo de formularse una segunda pregunta a saber: ¿Por qué no hay más mal que el que hay? Y la respuesta es que por la mayor parte, las personas refrenan e inhiben sus impulsos violentos. Cuando fallan esos frenos, la violencia aumenta. La violencia empieza cuando cesa el autocontrol. Mejorar el autocontrol parece un modo mucho más viable de reducir la violencia que eliminar las causas profundas.
El hombre como medida del hombre (entrevista a Roy Baumeister)
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