viernes, 6 de agosto de 2010

Recordando a Andrés Eloy Blanco


Un libro altamente recomendable es la "Antología Popular" de Andrés Eloy Blanco. Cada línea, cada verso, cada poema; te conecta con sensaciones placenteras, y con la magía de nuestra Venezuela...

Gracias al Post de "Ultramarinos" se me presentó la facilidad de citar uno de mis poemas favoritos de este libro, y quisiera compartirlo con los ojos de ustedes y del mundo.

Saludos en letras...



Epístola a una desconocida

Andrés Eloy Blanco (Venezuela, 1896-1955)

Usted debe ser bella, Señorita;
tengo el deber de suponerla bella;
al menos en su libro lo asegura
la insegura verdad de los poetas.

Y sí no es bella, tendrá un alma grande
que es la expresión de luz de la belleza;
el rostro de la noche no es hermoso
sino la luz , que nos da en estrellas.

Mis versos en usted son más sinceros
que en todas las mujeres que han pasado a mi vera,
por el misterio, por la lejanía,
por lo que amamos en el mar la perla.

¿Verdad que es seductora esa ignorancia
y esa interrogación?: ¿quién será ella?
¿de qué ignoto color tendrá los ojos?
¿qué olor de campo llevará en las trenzas?

Y en la azorada urgencia de una cita,
cómplice de la noche y de la reja,
pensar, cómo bañados de presagios,
se le agrandan los ojos en la espera;

y soñarla cantando junto al río,
mientras un egipán de la ribera
se pregunta al oír su serenata:
¿será Diana en el baño, desmayada en Ofelia?

y pensarla armoniosa, entumecida
con el agua bendita de un Poema,
abrazada a la estatua del Ensueño
con florido vigor de enredadera;

y hacer, en fin, en torno de su vida
una decoración de las cosas bellas,
donde ella pase derramando flores,
como el resumen de la Primavera.

Esa atracción de lo desconocido
me seduce en usted de tal manera,
que para no matar esta ignorancia,
yo no quisiera nunca conocerla:

porque, al llegar a usted, puede la suerte
poner un desengaño en mi leyenda,
pues yo de las mujeres, señorita,
tengo el sentir de que no son muy buenas….

Prefiero, pues, no conocerla nunca,
pensarla hermosa, suponerla buena,
soñar con que el rescoldo de su pecho
guarda una brasa para los poetas.

Y sobre todo, suponerla alta,
que es mucho más que suponerla bella:
ser bello es ser flor, que dura un día,
ser alto, es ser estrella.

miércoles, 4 de agosto de 2010

La belleza, el silencio y los pensamientos


Improvisado el concurso para el anhelado premio: quince minutos de texto. Le hago trampa al deber y a la máscara de ingenuidad para apropiármelos, el bolígrafo inquieto en la oscuridad del bolso, se retuerce al escuchar la ansiedad del llamado de mis dedos.


Un par de disparos al entorno devienen de mi vista para la búsqueda de inspiración, dos o tres paseos de lentas pisadas para remover algunos recuerdos; para establecer enlaces que estimulen el gusto y humedezcan mis labios a ojos cerrados.



Sorbos de cafeína para los inevitables parpadeos…



Otro nuevo intento en el ejercicio de observar, esta vez apuntando al suelo para encontrar esos pies de mujeres, los que me hacen citar un pensar básico, impuro y de doble moral, así aprovecho y doy razón del calor de mi cuerpo. Alzo la cabeza, como quien busca un ave perdida en las nubes del cielo; y de esta manera, concatenar…



¡No me basta el premio! demasiada rutina y demasiados pensamientos. Además, llegó la hora de incorporarme y alejarme de este intento de texto.



De regreso al silencio, a la timidez; al “pasar desapercibido.”

lunes, 2 de agosto de 2010

Contento, contemplo


La rutina, cada día con más adeptos, se viste de alegría y nos regala algunos especiales momentos que suelen hacerse olvido por el regalo que siempre nos otorgamos; Preocupaciones.



Hoy rindo tributo a un momento en particular, uno que siempre me es otorgado, incluso cuando no he de ser digno del mismo; aún así, se permite…



Se me permite contemplar, de lejos y sin molestar, cómo se ve el rostro de una bella mujer a través de los reflejos callejeros, cómo posa su mirada ante su espejo personal para afinar algún último detalle mientras, supongo, se dirige a un encuentro. Cómo se acaricia el cabello durante un corto desplazamiento a través del Metro, cómo se detiene y regala esa encantadora media sonrisa a cierto afortunado sujeto.




Yo contento, contemplo…