miércoles, 15 de febrero de 2012

Ser y labrar antes de celebrar…



El insomnio también es la tregua que acuerdan el tiempo y los momentos para descansar cansando a los cuerpos. El asta de la nostalgia eleva ondeantes recuerdos trayendo brisas de sonrisa y silencio; son así las banderas de la memoria al no llovernos. La mentira: más que invención es convención; Se reafirma más por creída que por creada. Tal vez por eso nos gusta amanecer y amanecernos; para amar y ser y también hacernos. "Olvidarte" es hacer arte del olvido; Hay que ponerle mucho empeño y dedicación. El tiempo le da peso a los silencios: Mañana y no sólo de mañana es el Hoy del Ayer, Así como el Hoy de Mañana y no sólo de mañana es el Ayer del Hoy…

Escribir también es una forma de verter pensares, que a veces con razón, el corazón no dice a movimientos de labios. Es curioso descubrir que te han descubierto descubriendo sin llegar a cubrir…

Ser y labrar antes de celebrar…

jueves, 9 de febrero de 2012

En tus propias palabras…


Cambiábamos las horas pero no sé qué pasaba, siempre terminábamos con los relojes sincronizados. Sólo el Sol se niega a ceder su despedida a la espera,  al parecer sólo el Sol decide lo pronto y lo tardío de los días. Tú ponías las palabras al texto y yo encontraba contexto en mis sentimientos. Te acariciabas, lo sabía; así como sabías que suspiraba por cada beso que hiciste entrever. Estabas segura que iba a leerte a esa hora, y eso que volvimos a movernos el tiempo. Tú plasmabas momentos por vivir y yo clamaba tiempo para vivirlos. Así nos hicimos letras y lecturas, así empezaste a leerme en tus propias palabras…

Las palabras escritas también esconden algo al otro lado; tal vez una voz que las pronuncie o un suspiro que recuerde, tal vez este sentir que reflejas, tal vez sólo el reflejo de nuestras pretensiones. Una forma de comunicarnos el sentir y un sentir por el que nos hacemos silencio: de momentos a letras y deseos a tiempos…

jueves, 26 de enero de 2012

No sólo bastan palabras que sobren…


De la incertidumbre se beben sorbos de tristeza en vasos desechables, esos mismos que se insiste en desarrugar y volver a usar. La rabia la portan las manos y la temperatura del cuerpo: es justo ser cuestionado, es justa la verdad que no se cree; ¿Pero qué tan justo podría ser el adjudicarle actos propios a quien es objeto de la objeción?

Si la duda lleva implícita una confesión, entonces habría que cuestionarse al cuestionar.
¿Pero quién lo aprende?
¿Quién lo enseña?
¿Cómo se asume la responsabilidad de dudar de algo, de alguien?

No sólo bastan palabras que sobren…