“Existen
dos planos irreductibles, que ahora, por una apreciación errónea y subjetiva de
la realidad, se han interferido o mezclado. Tales planos son: el Plano de la
Realidad del Espíritu; y el Plano de la Realidad Humana. Entre ambos planos no
pueden haber relaciones o conexiones, sino sinrazones: todo nexo o razón es ilusorio,
no real. Pero existe, asimismo, una ley, que es la razón de la sinrazón, que
protege y afirma la absoluta realidad de los planos. Y esta ley, que sostiene la
razón de la sinrazón entre tales planos, es la única referencia para no perder [y valga tanta redundancia] la razón y enloquecer.
Esta [suerte de] ley de la cordura
exige: no transgredir los planos. No trasladar al plano de la Realidad del Espíritu
entes propios del plano de la Realidad Humana; y recíprocamente: no proyectar
al plano de la Realidad Humana ideas propias del plano de la Realidad del
Espíritu…”
Quise
empezar este último día del mes con algo que he considerado interesante desde
que lo leí. Ahora bien: nadie, ni nada, ciertamente, nos impide confundir los
planos ni proyectarse desde una realidad hacia la otra… Esto no tiene mucho
sentido, se nota; y ahí está esa razón balanceándose de un lado a otro de la
realidad…
Dos
cosas nos mueven la balanza: la necesidad de imponernos, o, llamémosla: de ser
alguien; resaltar, quizás, y la necedad de ver a otros imponerse, o bien:
cuando alguien es otro… ¡cuánto no nace de ahí! Pero eso se los dejo a ustedes,
sigo citando:
“Vayamos
ahora al plano de la Realidad Humana: allí la verdad es el Yo, es decir, la manifestación psíquica y volitiva del Espíritu
encadenado a la Materia. Y la mentira, la Ilusión del Hombre, pero también su
motor anímico, es el Dolor. [El Poder] se nutre de una fuerza que se llama dolor
humano; y el hombre produce dolor y sufrimiento para alimentar [a esos que
detentan El Poder]. El hombre común produce poco dolor porque para padecer la ilusión del dolor se requiere la nobleza herida
del Espíritu. De aquí que grandes hombres, grandes espíritus encarnados,
sean capaces de generar grandes dolores, grandes sufrimientos, grandes
aflicciones, grandes angustias: [el hambre de los poderosos], exige el aporte
de dolor de grandes hombres. Y esos hombres capaces del mayor sufrimiento tienen
que ser capaces también de ofrecer el mayor sacrificio: su dolor debe ser
sagrado... Para esto se requieren los representantes [de ése Poder], [una
suerte de] Sacerdotes, Aquellos con el poder de consagrar el gran dolor…”
“La
sensación de miedo crece siguiendo una curva exponencial, que es inversa a la
curva volitiva; en un punto determinado, ambas curvas se cruzan y entonces el
miedo domina a la voluntad, o lo que es igual, la voluntad se debilita frente a
la fuerza instintiva, y sobreviene el pánico, durante el cual lo anímico queda
fuera del control racional, se vuelve irracional…”
Como
les había escrito: ¡cuánto no nace de ahí!
Las
citas, como en la entrada anterior, las tomé de El Misterio de Belicena Villca.
Saludos
en letras…