jueves, 26 de julio de 2012

Sinsentido terapéutico…



Suelo pagarle al terapeuta para que me ilumine con mentiras nuevas. Hoy me decía, decía; la verdad. Discutíamos sobre lo bueno que no está bien y sobre lo malo; por qué peor pudiera ser. El discernimiento, dijo, está condicionado por pasiones, y las pasiones, por razones; éstas, las últimas, son impuestas por condiciones: así creemos terminar lo que no sabemos dónde empieza. ¿Quién impone las condiciones? El clamor, por colectivo y por popular, este endulza a las ganas para las tortas que nos ponen; bien sea con cifras no concisas o con argumentos de mentira. Es un tema de esperanzas secas, como el papel mojado, que igual poco queda. Se consumen las críticas por repetidas y por estar en venta: hay que ocupar la mente en lo que los demás quieran; por eso caemos en hablar de lo mismo, como lo mismo nos vemos con cada ropa nueva. Yo veo que te gusta la moda, como a mi; y a todos, pero no está de más darse cuenta; no es tan malo saber que pagas mucho por lo que vale poco, y ni siquiera poco; tú no sabes cuánto cuesta: tú eres público, como todos los perfiles restringidos. Nos ilusionan y por eso pagamos, pero hay paganos que no rinden cuentas, claro; por eso esos no cuentan. ¿Tú sí cuentas? Depende de cómo seguimos la cadena. Yo sólo quiero ver caderas. Esa ha de ser tu condena. ¿Cuál? Seguir, más no alcanzar. Pero me puedo alzar. Ni que fueras precio, ni que fueras preso; yo aprecio el contexto, pero ya es hora de terminar…


miércoles, 18 de julio de 2012

Poderes extraños…



No hay que menospreciar a las malaventuranzas, no se trata del caer para levantarse, ni del tocar fondo para ir arriba, es otra cosa; tópico al fin, un concurso de reacciones para recordar y olvidar. Elegimos con “ge” y yo elijo con “jota.”

Encuentro la pérdida de algunas preciadas cosas, producto del hurto y del descuido; una vez más se me enseña a no confiar, la desconfianza es una molestia que busca tranquilidad. La ayuda, nada nuevo, nunca viene de quien se espera bien. Lo que me llama la atención, y motiva estas ganas de escribir, es la reacción; lo que se puede llegar a decir cuando sólo importa imponerte.

Quien juega al jefe se molesta por el inconveniente que podría producirse en el trabajo, no por la desventura de quien se toma en serio el papel de empleado, ese no es el caso, porque de por medio hay salario; pero prefiero este ejemplo que está mucho más trillado.

Por qué suele ser conferido el poder de aceptar decepciones, por qué hay  que escuchar a alguien especial especializarse en defraudar. La realidad otorga poderes extraños, como aceptar y desconfiar…


lunes, 16 de julio de 2012

Homógrafo y homónimo…



Buscaba recuerdos y me provocaba los pensamientos. Significativo aquello del significante y significado, así como las convicciones ideales para las ideas sin convicción. Me preguntaba, si era casualidad del idioma; que Réplica evoque copia  y también protesta: es tan conveniente copiar las quejas como quejarse de las copias. ¡Hay que replicar y hay qué replicar! Es el juego del Toma, y del Dame, para promover réplicas por querer replicar. Algo como una connivencia de la lengua; para las ganas de hablar quizás…
  

lunes, 9 de julio de 2012

¿De qué se burlan?



El rostro en ocasiones, puede llegar a albergar la naturaleza de los instintos con simples gestos en la forma de mirar. Place mucho al espectador de quien habla lo que no sabe, el hecho de, por saber más que el mismo, creerse saber mucho más…


La típica presentación en un aula de clases; para la que no se estudia al exponer y para la que no se aprende al escuchar: para evitarle al profesor el fastidio de explicar. Suda el ponente, titubea, se tabica en todas las muletillas que conoce, mal pronuncia, lee; no entiende, lee de nuevo, se le enreda la lengua, camina a un lado; al otro, mira; busca con la mirada, busca apoyo; una sonrisa que calme, una mueca solidaria. El profesor, como parte de la audiencia, se entretiene con su móvil, interrumpe; pregunta lo que ya sabe y lo que sabe también que el expositor no sabe, un método pedagógico; sonríe, pero sin solidaridad. Llegan las caras restantes: el que ahora es que le falta, el que cree congraciarse por saber un par de cosas; ese, esa; esos que se encuentran con otros y con otros; se burlan, al parecer. ¿De qué se burlan?

lunes, 2 de julio de 2012

Glosando explicaciones…



La gente se empeña en no decir cuando habla y en explicar demasiado con gestos. A ver, de qué se trata. Ayer el hombre de la taquilla me lanzó el dinero sin yo haberle hecho algo, no me importa qué le esté pasando, no quiero saberlo; pero obviamente grita desde su descontento las ganas de contar su pena al primer curioso. Puede ser. La otra vez fui por algunos tragos y una amiga me contaba lo bien que le va con esa simplicidad tan propia de unas ganas, que por lo general nunca ganan, y siempre dejan entrever. Es una máscara y muy usada. Todos somos en cierta forma infelices; los cuentos terminan en algún inicio, se sabe que después viene la infelicidad. Se ve claro al leer esos “para siempre,” yo digo más bien “siempre para;” siempre para una segunda parte. Aparte. ¿Y entonces? Ah claro, vámonos…


Después de unas cuantas cuadras, esto de caminar es como una exquisitez; la ciudad no ha sido concebida para los pasos, si no, los zapatos bellos no fuesen los de tacón alto, es inútil hacer entender que lo sano no es cómodo. Supongo que lo tóxico sí lo es. ¿No te gusta intoxicarte de cuando en cuando? A lo que vamos no es precisamente a rendir un tributo a la salud, es un daño que nos complace, y nos place por aquello de lo colateral. Es cómodo además. Por cierto, ¿cómo hiciste? Mentí, lo usual, ¿tú? Callé, lo usual. Hay tantas historias  que se escriben entre silencios y mentiras, no me explico cómo la acción en los verbos se le atribuye tanto a la habladera, a muchos les gusta decir que hacen lo que no hacen en verdad. No sé, aburre; por eso estamos aquí sin invitar cómplices; sólo coautores. Llevo días imaginándote; serán los nervios, será el riesgo, será tu cuerpo, serán tus besos. Seremos, seremos lo que no hemos podido ser. Nos miran. Siempre no habrán de mirar; la culpa es la prenda que más llama la atención y la que se viste con la más hipócrita de las vergüenzas…

Besos dices, pero…

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