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viernes, 30 de enero de 2015

¿Queríamos equivocarnos?


Es curioso que para llegar a intuir, hayamos pasado por contemplar y por proteger, al menos eso se dice de su origen, pero, la verdad; tiene mucho sentido. Si nos ponemos a ver, la intuición no nos nace de cualquier cosa; suele haber un sentimiento en el asunto, probablemente en algunos casos, se trate de curiosidad, pero en general intuimos a propósito de alguien, o algo, de lo que sentimentalmente no nos apartamos… Sí. Tal vez ese algo alguien alberga en nosotros alguna suerte de atesoramiento, y de éste último la contemplación, quién sabe. O quizás sea al revés y de tanto mirar y sentir, nos da por proteger. ¿Proteger de qué? ¿De quién? De lo que nos dice en silencio esa intuición… Ahora bien, por lo general los orígenes en las palabras nos relatan sus sonidos y sus significados previos (a la gente le da por asignar nuevos significados a palabras viejas, aunque estoy convencido que eso no es casual)  y bueno, da la casualidad que sospechar, también fue mirar, contemplar; entonces nos confundimos un poco: intuyo, luego sospecho o, sospecho, luego intuyo. Deliremos: queremos proteger, protegernos, quizás porque conocemos del posible daño, por lo general un daño perpetrado por nosotros, o un trauma, porque alguna vez fuimos víctima, entonces intuimos, sospechamos y corroboramos… y no nos equivocamos; ¿por qué? ¿Queríamos equivocarnos? Creo que no, pero sin duda es curiosa esa forma de mirar y de proteger…

jueves, 10 de julio de 2014

Del resentimiento al presentimiento…


Hay gente que no le ha tocado fácil, y ésta es quizá nuestra primera dificultad: suponemos de acuerdo a lo preconcebido;  vamos calificando a las cosas y a sus personeros: no hay nada más ofensivo que la intuición, pensé… 

Alguien habló para alguien que escuchó y el buen oyente se convierte en mal hablante para con quien previamente había escuchado; y es que mientras los argumentos se van esgrimiendo a través del habla, las palabras empiezan a viajar y desembarcan en los puertos del recuerdo, ahí donde alguna vez se sufrió, se condenó, o tal vez se celebró un momento agradable en nuestras vidas, es inevitable: las palabras son los mercenarios de las ideas, trafican, traen ilegalidades del olvido o nostalgias para esos recuerdos; traen rabia también y con ésta se dan los prejuicios y el resentimiento… hay muchos tipos de palabras, claro está: las hay de amor y de sabiduría, sin duda: pero en el ejercicio de la discusión o del diálogo, el oyente presiente, presiente que el hablante va a tocar sus fibras y entonces se resiente, replica, con la fuerza que ello implica: se da inicio a la batalla… 

Uno de los mecanismos para defender nuestro estimable Yo es la negación de una realidad. Si ese hecho llegara a nuestra conciencia tal y como ha sido presentido, probablemente nos llenaría de angustia o desasosiego. Y precisamente la justificación de la actuación de la negación es impedir que cualquier realidad sea mal vivida para el ser humano… La gran virtud de la intuición es justamente que surge previa al proceso de enmascaramiento de la realidad. No se saca ningún provecho con ella a pesar del gran beneficio que podría reportarte si te acostumbraras a percibir sus señales o indicaciones…”

Si tan solo pudiéramos quitarnos el presentimiento como cuando nos quitamos la ropa sabiendo que vamos a hacer el amor… el concenso sería el orgasmo del diálogo…

Se cree que la percepción sensible ofrece un conocimiento intuitivo de la realidad. De la misma forma, el entendimiento tenía una "intuición intelectual" capaz de conocer la esencia de las cosas y sus diversas formas mediante los conceptos…” 

Suponemos de acuerdo a lo preconcebido;  vamos calificando a las cosas y a sus personeros: no hay nada más ofensivo que la intuición, pensé…




Ah, se me olvidaba: la primera cita es de la gente de http://www.proyectopv.org/ y la segunda, de Wikipedia…

Saludos en letras