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Ni despacio ni de prisa
aprendo, no tengo igual lenguaje, no merezco la chispa del glamour y no hay hechos para esperar ni abrazo que dar para quien
sobran hombros que apretar. No hay necesidad si no se cree que hay un lazo de
respeto infinito; uno que no se atreven a romper cuando no habría otra
felicidad más que la semilla que dibuja la pureza de elegir cuidar y que no
crece por tanta piedra que el muro derribó. Un lujo el construir en senderos
lejos de nuestros testigos del infierno que aun sueñan cabalgando en el cielo. No
hay vinos ni melodías del cielo, hay aire y brisa al respirar con aliento. Una
y mil veces es atrapado por colectivos recuerdos, recuerda con nostalgia y no con
la semilla que se ahoga sin brisa ni viento, adora encontrar más talento, no se
puede pregonar la facultad de fecundar y toda tierra se puede anhelar y alentar
para cultivar. Perspectivas en líneas, en cuentos, en poesía, en imagen, en
pasión y lírica, no detenga la sonrisa si así es que siente bien estar.
Volverse Benedetti o ser poseídos por algún otro Cortázar que se hacen
detestables por el uso del público lector, en forma marchita de toda fama que
en vida construyen para parecer cada vez ser más sensibles que otros que
también poseen corazón… ¿Y el mejor gesto? Ver con los ojos del corazón, pero
primero los besos y la pasión a tantos recuerdos y a lo tanto que queremos… Para
cuando las tierras tienen obreros sin corderos cultivan con sistemas de riego,
dirigir, ser capataz es trabajo de orientar, inútil para quien ve al obrero
como un inútil y sucio con el deber de la tierra. Labrar que anda sudoroso,
asqueroso para aquel que se baña más. Pero más importante es saber que de la
semilla comerá para alimentar y no dar de comer tan sólo al alma, que aun ha de
conservar algo de bondad… Porque el cuerpo se jacta con tanta personalidad al
follar y follar que hasta se cree bello por saber follar y quizás, quizás es
tan bello si es toda la verdad que se necesitase para vivir en gozo como esa
felicidad que se ven en personas celebrando la fama de paz y solidaridad. Al
abismo caía el abono que regalaban con la semilla y cabalgando lo vi pasar con
riendas bien puestas y sin titubear volteó la cara y me dijo qué pensar pero yo
debo continuar mi camino, no es un cuento es una realidad. El precio que se
paga por vivir momentos inolvidables es extrañar y el precio que se paga por
vivir momentos detestables es saber vivir como un ser extraño. El precio de la
felicidad es ser importante para la vida de otros y ya el tiempo pudo ayudar a
decir lo que con palabras se arriesgaba a sentir el aliento del fracasado,
porque a sufrir no se viene, se viene a gozar de caricias tiernas y sonrisas
que la semilla inocente que no se pudo dar por el abono que se perdió al caminar con
tanta seguridad y poca; muy poca bondad por su tierra, que solo sirve para
aparentar ser más, más que sólo un príncipe con el poder de concursar como
justo y noble de la verdad. Madres pasaban pero no posaban, preguntaban, reían
y sonreían; de cuando en cuando y ni un gracias recibían; cada día una lágrima
caía. Día a día y a su concurrencia de rutinas…
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EL CUADERNO DE BITÁCORA
ResponderBorrarSiempre soñé con surcar el océano sin prisa, navegar por sus aguas en compañía de los delfines, en medio de una calma que en tierra apenas existe, para llegar a una isla cuyas orillas fueran bañadas por olas de espuma blanca,,, nunca pude llegar. Prácticamente, nací siendo capitán de una flotilla semejante a cáscaras de nuez con tripulantes malheridos, el cariño, la responsabilidad y la lealtad a mi cargo, me lo impidieron. ¡Menuda flotilla! y ¡menudo capitán!, maltrecho y con el uniforme remendado, raído, desgastado por tantas batallas; esa fue siempre mi misión, hacerlos llegar a buen puerto... ¿que clase de capitán hubiera sido, si para salvar el pellejo soy el primero en saltar cuando el barco hace aguas por todas partes?.
Me instruyeron bien cuando era niño, inculcaron dentro de mi el miedo y el valor al mismo tiempo, como se marca a una res con el hierro candente y cuando crecí no supe equilibrar el peso entre ambos. He naufragado tantas veces a lo largo de mi vida, que no puedo seguir haciéndolo por más tiempo...jamás he utilizado recámaras como salvavidas y sigo sin hacerlo, prefiero nadar con mis propios brazos aunque no logre alcanzar la orilla y me ahogue en el intento.
Pasará el tiempo y se que la isla de mis sueños seguirá estando en algún lugar, firme y poderosa siendo acariciada por los sueños que tuve un día de poder habitarla... ni a nado llegué siquiera a rozarla.
Hoy, escribo en mi cuaderno de bitácora el trazado de esa ruta que no haré, quizás cuando vuelva a nacer, quizá en un mundo más allá de lo terrenal, pueda llegar a esa isla para poder habitarla por fin y encontrar esa paz que siempre añoré.
El agua corre libre y yo la envidio, solo soy un capitán malherido que deja impreso en el cuaderno de bitácora su destino sin dejar de esbozar una sonrisa salada como el mar.
Madison.
EL PRECIO...un maravilloso artículo que describe a la perfección el sentir de una cruda realidad. Mis felicitaciones Sr. Silva.
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