Caminemos,
no tenemos qué decirnos. Cada uno mira sus zapatos, sus pasos, el ritmo que
lleva un pie respecto al otro, unas pocas pausas; ahí dice que no se pise la
grama y seguimos, en silencio, algo de bulla para los adentros. No puedo saber
en qué piensas pero pudiera inferirlo, sin embargo no es mi problema, trato de
aplacar mi propia bulla, ésta, la que me hace caminar y pretender que pienso… La primera bulla que tuve que aplacar fue el
recuerdo de dos amigos: disfruta de las cosas simples, sí, simplemente es
satisfactorio ser atendido después de una hora de cola para pagar por uno de
estos productos que se compran sólo uno por persona. Una anécdota para contar:
conseguimos desodorante y ayudamos a la señora de los pañales, ya que como bien
se sabe, es sólo uno por persona (eso debería ser el nombre de un libro, de una
banda, de un cuento, es más, debería ser el nombre de un principio filosófico:
el pensamiento y el actuar del sólo uno por persona: disfruta de las cosas
simples) Había más bulla, esta tenía cierto matiz de dolor (quizás la palabra
no sea apropiada, pues no es arte lo que se está plasmando, pero ocurre durante
el silencio de una caminata; a lo interno pues, entonces uno pinta, esculpe,
dirige, crea y sobretodo, cree, por ende, el dolor también se pincela: por qué
no) Esta bulla dolorosa tenía un verde triste, como el de la grama que estoy
viendo mientras camino, un amigo trataba de solventar un problema mecánico que
por lo económico se convirtió en un problema de pareja. Pagó. Pagó por un
servicio, pero no sirvió: el dinero no lo es todo, el dinero no compra la
felicidad; disfruta de las cosas simples: es sólo uno por persona… Los chicos
del otro vecindario hacían bulla también, es probable que los oyera porque íbamos
en silencio, se ven alegres, jocosos. Voy de la grama al concreto y las
palabras se escuchan, se empiezan a entender: el dinero no lo es todo, el
dinero no compra la felicidad; disfruta de las cosas simples: es sólo uno por
persona…
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