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domingo, 20 de octubre de 2013

Omiso…


"Sólo lo acepto para que no creas que has omitido algo…" En su proceso, Kafka me deja con una duda nueva que me encantó. El sólo hecho de invocarla me produce una emoción extraña, y es que al pretender persuadir - como acto digno o no de convencer - pareciera que lo hacemos porque creemos tener cierto permiso, y ¿qué nos lleva a pensar de esta forma? Dinero, no sabemos precio, poder, qué tanto, hay algo más; y es posible que se aloje fuera de la conciencia: suponemos que hemos realizado lo propio previamente, y ahí es donde me detengo: solemos creer que el mero acto de asomarnos ante el principio de una sucesión de hechos, nos otorga el poder de saltarnos a las estaciones y al tiempo, y sí, por qué no, irrespetar al desestimar a propósito de un proceso; tal cual un ramo de flores como disculpa por algo que hayamos hecho ¿eso se puede? pero, más allá de quien lo acepta: ¿estamos seguros de que no pasamos algo por alto? ... Claro, a la otra persona - que por supuesto no nos importa - pero queremos hacerle cosquillas a ese Yo que ha de alojarse en el otro, y cuya percepción (la de la otra persona, no la del yo) nos tiene sin cuidado... No somos buenos, he ahí la verdadera rebeldía...

"La mentira se eleva a fundamento del orden mundial..." y pues también, o tampoco: "No debes fiarte tanto de las opiniones. La escritura es invariable, y las opiniones, con frecuencia, sólo son expresión de la desesperación causada por [un] hecho..." Kafka confunde y convence…