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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Estilo, destila...



Pongamos que uno comprende que todo es absurdo, entonces no puede ser tan absurdo porque uno es consciente de que es absurdo y la conciencia de ello es lo que le otorga sentido. ¿Me entienden? Es un pesimismo optimista…” Charles Bukowski, Pulp

Llama mi atención este fragmento de uno de los libros de Helena Blavatsky: El “Tiempo” es sólo una ilusión producida por la sucesión de nuestros estados de conciencia en nuestro viaje a través de la Duración Eterna, y no existe donde no existe conciencia en que pueda producirse la ilusión, sino que “yace dormido”. El Presente es solamente una línea matemática que separa la parte de la Duración Eterna que llamamos el Futuro, de la otra parte que llamamos el Pasado. Nada hay en la tierra que tenga verdadera duración, pues nada permanece sin cambio, o es lo mismo, durante la billonésima parte de un segundo; y la sensación que experimentamos de la realidad de la división del Tiempo que se conoce como Presente, nos viene de la impresión de la momentánea vislumbre, o vislumbres sucesivas, de las cosas que nuestros sentidos nos comunican, al pasar dichas cosas de la región de lo ideal, que denominamos el Futuro, a la región de los recuerdos a que damos el nombre de Pasado… y en la Música se sabe algo de esto pues el tiempo es controlado por la emoción y el sentimiento, un concierto, un estado de éxtasis en el que los presentes son invitados a sentirse más que a contarse a través de las notas que se han vertido en una canción para llegar así a cada alma que, sin saber, yace en una fusión sensorial que juega con los recuerdos y con los planes venideros, la música, a mi entender, hace relativo al tiempo. Extraño ¿no? Cuando la música es grabada, cuando proviene de un trabajo producido – con producción entendemos comercialización – el tiempo, y sus momentos; es distinto, controlado,  y es distinto porque se cuenta, entonces la noción del tiempo – si es que se le puede llamar así – estriba en el control de los momentos (vividos, vívidos, y por vivir) Pero eso se entendió hace mucho porque con el control vino el orden, y con el orden vinieron las etiquetas – a nosotros nos gusta más el término Estilo – que destilan parámetros para de esta forma establecernos en un grupo con semejanzas que no sabemos de dónde vienen pero nos sentimos tranquilos por cómo nos llevan. Nace un precio y, ¡qué bueno cuando podemos pagarlo! Justo, lo llamamos… La Música suele tener muchas más respuestas…
 

jueves, 22 de septiembre de 2011

Personas, hoy, todavía le creen y lo creen todavía…




Hubo un tiempo en el que se creía que la melodía era el idioma del sentimiento. Se pensaba que los acordes eran las palabras y en armonías yacía la gramática. Consideraban la composición una especie de manifestación divina a través del humano. Algo parecido a los milagros. La música tomaba el lugar de las palabras, de las acciones y del momento…


Gente sonreía al cantar y cantaban después del sexo; habían canciones para los recuerdos y para los siempre tormentos. Se llegaron a ofrecer tonadas a la rabia y a las peleas. La muerte; la muerte también fue tema de cuerdas, teclas y acordes…


La música, como el amor; llegó a pensarse regalo de Dios y de Dioses. Se le sentía sobre las hojas durante el rocío, en la brisa que visita a los bosques, en la fauna y la flora; en el pie desnudo que acaricia la humedad de la tierra; en sonrisas, miradas, caricias, besos de labios y besos de cuerpos. Se le escuchaba al Sol de despedida y a la Luna y sus visitas. Se le vivía en las estrellas y se le brindaba; mucho se le brindaba…




Personas, hoy, todavía le creen y lo creen todavía…