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viernes, 7 de noviembre de 2014

cuando yo también es también yo tampoco


Uno siempre quiere encontrar algo interesante con lo qué poder empezar un pensamiento escrito. No siempre se consigue. En mi experiencia son más las veces que no a las que sí, pero definitivamente con lo que no se puede es con el hecho de guardarse para los adentros lo que necesariamente debe ser expuesto de la forma que sea y este es mi porqué: si el pensar no se vierte en expresión, se malforma; se fusiona con la percepción y se escupe en cualquier estupidez, por eso a veces ciertos impulsos… buscaba el origen de la comparación: estoy en eso ahorita, la falta de tiempo y la ansiedad suelen fungir de muletas para el hastío, y cuando éste camina pues, nos terminamos apoltronando: repetimos virtudes y pesadumbres que, si buen pueda que nos incumban, no son el motivo en sí de lo que pensamos… resulta pues que comprar y comparar comparten su historia: tienen que ver con disponer. Luego me encontré con el señor Festinger y su teoría de la comparación; cito: “los grupos sociales ejercerán presión sobresus miembros para que haya uniformidad, tanto en las opiniones y creencias comoen las habilidades; cuando entre los miembros de un grupo hay discrepancias deopinión, lo más frecuente es que las personas que mantienen ideas discrepantesreciban presiones para cambiar de opinión, de tal manera que se ajusten a lasdel grupo. En caso extremo se seguirá la estrategia de rechazar a los miembrosdel grupo que mantengan diferencias con respecto a los demás, en resumen, lateoría de la comparación social de Festinger postula que existe una tendenciauniversal a evaluar nuestras creencias y habilidades, que confiamos en lacomparación con otras personas cuando no existe otra fuente objetiva decomparación con aquellas personas que consideramos próximas y similares anosotros…” ¿Son los populares, digámosles celebridades; similares a nosotros? La tecnología parece decirnos que sí, de hecho, no es sólo eso, a propósito de lo que estoy exponiendo, lo único que nos dice, hay más: la tecnología nos dice que todos somos iguales en el mundo virtual, tanto así que la plataforma es la misma y todos formamos parte de ella, ergo, si fulano de tal toma fotos de lo que come, yo también; si fulana de tal quiere que veamos su progreso en su régimen alimentario, yo también y aquí viene el delirio: cuando yo también es también yo tampoco. Les hablé de muletas, muletas con nombres, por eso somos tan solidarios con el hastío, para aburrirnos todos ante la aceptación de que la sorpresa no se produce por consecuencia más que por comparación, y pues como estamos dispuestos; salimos a comprar, porque comprar es mejor que producir, como creer es más fácil que pensar (lo leí por ahí)…

viernes, 21 de septiembre de 2012

Conversatorio de taberna…




Dos birras, por favor. ¡Qué! ¿No quieres? Sólo los tontos vuelven a la oficina un viernes de quincena. Si tú lo dices; me encanta tu epicúreo concepto, este sitio es hasta feo, pensé que nada más comeríamos. Epicúreo será tu madre, por si acaso…


Sin duda, el contendor por excelencia es la pareja. No si son equipo. ¡Equipo! Tu pareja celebra tus triunfos únicamente cuando los suyos están a la par o por encima, o cuando percibe algún beneficio por tu presunta victoria; la derrota ya está declarada, a todos les molesta el logro. A mí no. A ti también, viejo. El hecho que no lo digas no implica que no lo hagas, o peor; que no lo sientas así. El confort del progreso ajeno descansa en el hecho de que tengas logros propios. La comprensión estriba en la competencia. No te molesta que a otros les vaya bien porque no compiten contigo, porque tú compites con otros otros. Basta que hagas un opositor y verás que hasta te harás chismoso, cosa que, según tú, tanto detestas. Ahora que mencionas al chisme, fíjate que mucha gente confunde opuestos, sobre todo eso de peor mejor. Las comparaciones molestan, y molestan por lo que dan a entender. Estamos en lo mismo; otra ronda. ¡No y que no querías! Bueno, ya estamos aquí…


Como te decía, las comparaciones; tengo amigos constantemente emprendedores en la búsqueda de algo peor, es increíble; el hecho de que haya algo más desventurado justifica el infortunio propio. Hasta los políticos caen en eso. Si, compiten por los errores y no por los aciertos. Es que el acierto es encontrar el error. Exacto; tal como los amigos. ¿Dónde y quiénes no son así? No sé, nadie; en ninguna parte, supongo. ¿Qué te dijo tu mujer? A mí, nada, ¿Por qué? Bueno, empezaste diciendo que el contendor, que la pareja. No vale, pensé en voz alta, el resto es sólo un repertorio de pasto y miércoles que me provocó agregar. Por cierto ¿Qué es Epicúreo? Olvídalo. Mira, termínate esa birra que tenemos que regresar a la oficina. Siempre tan tú…