Uno
siempre quiere encontrar algo interesante con lo qué poder empezar un
pensamiento escrito. No siempre se consigue. En mi experiencia son más las
veces que no a las que sí, pero definitivamente con lo que no se puede es con
el hecho de guardarse para los adentros lo que necesariamente debe ser expuesto
de la forma que sea y este es mi porqué: si el pensar no se vierte en expresión,
se malforma; se fusiona con la percepción
y se escupe en cualquier estupidez, por eso a veces ciertos impulsos… buscaba
el origen de la comparación: estoy en eso ahorita, la falta de tiempo y la
ansiedad suelen fungir de muletas para el hastío, y cuando éste camina pues,
nos terminamos apoltronando: repetimos virtudes y pesadumbres que, si buen
pueda que nos incumban, no son el motivo en sí de lo que pensamos… resulta pues
que comprar y comparar comparten su historia: tienen que ver con disponer. Luego
me encontré con el señor Festinger y su teoría de la comparación; cito: “los grupos sociales ejercerán presión sobresus miembros para que haya uniformidad, tanto en las opiniones y creencias comoen las habilidades; cuando entre los miembros de un grupo hay discrepancias deopinión, lo más frecuente es que las personas que mantienen ideas discrepantesreciban presiones para cambiar de opinión, de tal manera que se ajusten a lasdel grupo. En caso extremo se seguirá la estrategia de rechazar a los miembrosdel grupo que mantengan diferencias con respecto a los demás, en resumen, lateoría de la comparación social de Festinger postula que existe una tendenciauniversal a evaluar nuestras creencias y habilidades, que confiamos en lacomparación con otras personas cuando no existe otra fuente objetiva decomparación con aquellas personas que consideramos próximas y similares anosotros…” ¿Son los populares, digámosles celebridades; similares a
nosotros? La tecnología parece decirnos que sí, de hecho, no es sólo eso, a
propósito de lo que estoy exponiendo, lo único que nos dice, hay más: la
tecnología nos dice que todos somos iguales en el mundo virtual, tanto así que
la plataforma es la misma y todos formamos parte de ella, ergo, si fulano de
tal toma fotos de lo que come, yo también; si fulana de tal quiere que veamos
su progreso en su régimen alimentario, yo también y aquí viene el delirio:
cuando yo también es también yo tampoco. Les hablé de muletas, muletas con
nombres, por eso somos tan solidarios con el hastío, para aburrirnos todos ante
la aceptación de que la sorpresa no se produce por consecuencia más que por
comparación, y pues como estamos dispuestos; salimos a comprar, porque comprar
es mejor que producir, como creer es más fácil que pensar (lo leí por ahí)…
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