“Fuiste tantas cosas a la vez, que me cuesta creer que hoy no seas nada…”
No sé si es el autor, pero sé que el intérprete es Chayanne
No sé si es el autor, pero sé que el intérprete es Chayanne
Si tuviéramos que poner en letras los primeros tragos, diríamos algo así como que: de la boca de la botella emanaba, en forma de cascada, el vino que fue a descansar dentro de nuestras copas, esperando que su poca espuma se esfume, para luego acariciar nuestros labios con el primer brindis… así más o menos fue y así nuestro sentido del gusto tuvo el tacto, un tacto que nos humedecía, y cada uno en silencio aprovechó y evocó un beso de sexo, tu el mío y yo el tuyo, porque al pensar en el placer, lo pensamos desde que empieza… dijimos varias veces salud, algunas sonrisas se amargaron de palabras, de recuerdos que se debieron olvidar, seguimos; empezamos a aflorarnos como un bosque en la primavera, pero un momento: ¿qué tanto sabemos de estaciones por estos lados del Caribe? Quedémonos con las estaciones, pero del Metro – del servicio metropolitano de transporte subterráneo – en la mente corre un tren por los rieles de lo vivido, el cual lleva y trae palabras permanentemente pasajeras, como todo tren para, y las viajantes – sobretodo los verbos – se bajan en pequeños grupos que, por muy distintos, o distinta, en el caso de la palabra; coinciden: separar y superar, conversar y convencer, consentir y comenzar – y de repente, por qué no – pudor y podar (porque en la dermis se dan los sustantivos, como en los sentimientos) desprecio y despecho… y el tren choca a causa de ebriedad… el peso que pasa puso pugna en la pena; el lazo del celo luce suelo, por ende luce sucio, mi cielo… la razón burbujeaba; la cena volvió a la mesa… no así nos servimos de nuevo, a dos efectos; porque nos servimos otro trago y nos servimos del momento… Cité entre balbuceos: “La primera traición es irreparable. Produce una reacción en cadena de nuevas traiciones, cada una de las cuales nos distancia más y más del lugar de la traición original…” y luego cité: “Un drama vital siempre puede expresarse mediante una metáfora referida al peso. Decimos que sobre la persona cae el peso de los acontecimientos. La persona soporta esa carga o no la soporta, cae bajo su peso, gana o pierde...” – ¿y lo contrario de ese drama? Me pregunté – Pues el drama de la levedad; ése que no es una carga “sino la insoportable levedad del ser…”
Y sopesó… o como Fue, de Soda Stereo: “y eso pasó…”
El último vómito de la vida y de sus vivencias mancha nuestra sobriedad con olor a alcohol destilado, cuando "en la mente corre un tren por los railes de lo vivido". Necesitamos vomitar a veces lo vivido, es cierto...después y solo después del vómito, sientes alivio.
ResponderBorrarVamos sintiendo durante ese viaje a veces largo para unos, a veces corto para otros, que las estaciones y las paradas están hechas para tomar aliento, para descansar de tanto vivir lo que no queremos.
¡Viajeros al tren!!!...y continuamos el trayecto, amando, odiando, bailando y cayendo, tratando de mantener la alerta durante el viaje para no chocar contra los arcenes de la ebriedad.
Apláusos escritos desde la sobriedad ;-)
BorrarDesde la sobriedad ...gracias por unos aplausos no merecidos.
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