Pongamos que nos encontramos perdidos en una ciudad, grande, con otro metro y otro idioma, con otro clima, y por supuesto; con un ritmo que sacude a los pensares y los desordena… toca hacer dos grupos: sueños y recuerdos, primeramente, ya que lo nuevo; por nuevo, ha de pasarse por algo así como el asombro y luego ver, entre tanto desorden, si finalmente se convierte en un recuerdo grato… pero, el tema está en este presente, y presenta un confuso pasado.
Es de asumir que la convicción forja al criterio y ese criterio nos otorga un punto vista para pronunciarnos ante las situaciones a las que nos exponemos, de ahí a que un viaje tenga varios cuentos con empujones y sonrisas. Así pateamos la calle, cruzo, pero craso; me pareció ver una cara de un caro pasado, pero no reciente, ni resentido tampoco. Un nombre me da vueltas en la cabeza y aparecen abuelos copulando, de repente, todos están desnudos - ¡sueño! -, pero percibo un sabor amargo de infidelidad… bajé los escalones para el tren y no para la vida, en la vida se supone que subes; me hablan en mi idioma, pero no sé si es lo que escuché, sigo con el sabor amargo. Vuelvo a subir, regreso, hago unas llamadas y todo parece en orden en casa: vidrieras, vitrinas, todo etiquetado para la venta; afinco los ojos tratando de disparar la vista: mi corazón sin sangre al cincuenta por ciento de descuento, parpadeo, y lo que era es una pieza, como de adorno, y si te llevabas una podías llevarte otra por la mitad… huele bien, como a fritanga, pero provocativa, y provocativa fue aquella mirada, aquel mensaje – sí, ese – y todo cae como el aceite que lubrica los dedos y humedece las servilletas; todo antes que sonara la corneta, porque después volví en sí – y en no (seguir agrupando) – Convicción, se me olvidaba: “El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando…” Miguel de Unamuno.
Es de asumir que la convicción forja al criterio y ese criterio nos otorga un punto vista para pronunciarnos ante las situaciones a las que nos exponemos, de ahí a que un viaje tenga varios cuentos con empujones y sonrisas. Así pateamos la calle, cruzo, pero craso; me pareció ver una cara de un caro pasado, pero no reciente, ni resentido tampoco. Un nombre me da vueltas en la cabeza y aparecen abuelos copulando, de repente, todos están desnudos - ¡sueño! -, pero percibo un sabor amargo de infidelidad… bajé los escalones para el tren y no para la vida, en la vida se supone que subes; me hablan en mi idioma, pero no sé si es lo que escuché, sigo con el sabor amargo. Vuelvo a subir, regreso, hago unas llamadas y todo parece en orden en casa: vidrieras, vitrinas, todo etiquetado para la venta; afinco los ojos tratando de disparar la vista: mi corazón sin sangre al cincuenta por ciento de descuento, parpadeo, y lo que era es una pieza, como de adorno, y si te llevabas una podías llevarte otra por la mitad… huele bien, como a fritanga, pero provocativa, y provocativa fue aquella mirada, aquel mensaje – sí, ese – y todo cae como el aceite que lubrica los dedos y humedece las servilletas; todo antes que sonara la corneta, porque después volví en sí – y en no (seguir agrupando) – Convicción, se me olvidaba: “El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando…” Miguel de Unamuno.
En la vida real no hay idiomas que nos diferencien cuando el hambre es el idioma común de los estómagos vacíos. Estremece la distancia entre ricos y pobres cada vez más ancha, estremece la falta de sustento en los ancianos y en los niños, estremece la inhumanidad de dejarles morir poco a poco y nada importa en la ciudad que esto ocurra, solo sé que una parte del mundo, esa que dirige a la otra parte, sustrae la sangre y la vida de las gentes ajenas a ellos, se ataca indolentemente a las personas vulnerables con leyes férreas amañadas por los poderosos porque de ellos es el reino de los infiernos y mientras...los platos vacíos aumentan en las mesas cojas de los más pobres, es triste la visión que cada día evidencia la desigualdad absoluta entre seres humanos, son cada vez más los platos vacíos de esperanza los que intentan mitigar el hambre cuando las tripas suenan y no hay nada para saciarlas.....¡que más da si el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando!!!...aquí ya solo importa el hambre y la desidia de la gente que se da por vencida sin más.
ResponderBorrarNúmeros primos.
"son cada vez más los platos vacíos de esperanza los que intentan mitigar el hambre cuando las tripas suenan y no hay nada para saciarlas....."
BorrarNo cabe duda tu certeza.............
Ojala no la tuviera, ójala fuera una persona que dramatiza...pero así es la cruda realidad que vivimos mi estimado amigo...ya sabes cuanto y como me conmueve la injusticia.
Borrares una de mis grandes tristezas y una de mis mayores impotencias.
BorrarDe muchos de muchos...
Borrar¡¡¡¡¡¡ANDA ENCIMA DE QUE ME EMPUJAN TENGO QUE SONREIR!!!!!....pos vaya.
ResponderBorrarPues yo, con permiso voy a seguir enviando mensajes en garrafas que caben más que en una botella.....vuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii pallá
ResponderBorrarlos humanos ya no son humanos......son humanoides o sea maquinas sin sentimientos!!!!!!!
ResponderBorrar