La ignorancia, en su sentido más puro; y sin connotaciones peyorativas, es una escalera mecánica en bajada: cómoda. El saber pone esfuerzos involuntarios de aburrimiento. ¿Cómo me sigo quejando si ya sé el porque del porqué? Ahí está la tilde, para acentuar un silencio. Un amigo se burlaba y por mala suerte yo sabía la respuesta; nos quedó el silencio. Nada mejor que una pregunta sin respuesta para nuevos ciclos de cadenas, parece que no saber a veces sabe mejor. Pero no se trata del engaño, ni de la ilusión, tiene más que ver con el placer de ignorar…