Caminemos,
no tenemos qué decirnos. Cada uno mira sus zapatos, sus pasos, el ritmo que
lleva un pie respecto al otro, unas pocas pausas; ahí dice que no se pise la
grama y seguimos, en silencio, algo de bulla para los adentros. No puedo saber
en qué piensas pero pudiera inferirlo, sin embargo no es mi problema, trato de
aplacar mi propia bulla, ésta, la que me hace caminar y pretender que pienso… La primera bulla que tuve que aplacar fue el
recuerdo de dos amigos: disfruta de las cosas simples, sí, simplemente es
satisfactorio ser atendido después de una hora de cola para pagar por uno de
estos productos que se compran sólo uno por persona. Una anécdota para contar:
conseguimos desodorante y ayudamos a la señora de los pañales, ya que como bien
se sabe, es sólo uno por persona (eso debería ser el nombre de un libro, de una
banda, de un cuento, es más, debería ser el nombre de un principio filosófico:
el pensamiento y el actuar del sólo uno por persona: disfruta de las cosas
simples) Había más bulla, esta tenía cierto matiz de dolor (quizás la palabra
no sea apropiada, pues no es arte lo que se está plasmando, pero ocurre durante
el silencio de una caminata; a lo interno pues, entonces uno pinta, esculpe,
dirige, crea y sobretodo, cree, por ende, el dolor también se pincela: por qué
no) Esta bulla dolorosa tenía un verde triste, como el de la grama que estoy
viendo mientras camino, un amigo trataba de solventar un problema mecánico que
por lo económico se convirtió en un problema de pareja. Pagó. Pagó por un
servicio, pero no sirvió: el dinero no lo es todo, el dinero no compra la
felicidad; disfruta de las cosas simples: es sólo uno por persona… Los chicos
del otro vecindario hacían bulla también, es probable que los oyera porque íbamos
en silencio, se ven alegres, jocosos. Voy de la grama al concreto y las
palabras se escuchan, se empiezan a entender: el dinero no lo es todo, el
dinero no compra la felicidad; disfruta de las cosas simples: es sólo uno por
persona…
Blog dedicado a la redacción de escritos, en su mayoría originales. /Blog focused on original writings mostly
martes, 30 de septiembre de 2014
lunes, 29 de septiembre de 2014
Lo asiduo acaba en costumbre y al acostumbrarnos nos volvemos espectadores
“Porque todo el mundo sufre, porque todo el
mundo llora” y porque todo el mundo se queja también. Qué es la queja. Esto
es interesante; al parecer tiene que ver con querella, un término usado para la
reclamación, pero, no es una reclamación en sí. Reclamar lleva implícito un
derecho vulnerado, por eso se reclama y tampoco tiene que ser un desacuerdo,
pues éste último deviene de un punto de vista. La queja es otra cosa, la
costumbre de quejarse es algo más, ulterior, distinto, sí, es eso, una costumbre,
un hábito, un vicio, no sé… también manifiesta un dolor, una molestia, puede
que sea todo junto en la percepción de quien se queja. Pero por qué se queja
usted. No le gusta lo que hace su pareja, no le gusta cómo sus gobernantes
administran las riquezas del país, le incomodan los cercos de dominio bajo los
cuales se le limita el tránsito y el pensamiento… En la búsqueda del equilibrio
como sistema: qué se contrapone a la queja, con qué busca usted el alivio:
euforia, drogas, alcohol, medios de comunicación, medicamentos, infidelidad,
catarsis, protestas pacíficas, consumo, ciencias alternativas; a ver: cuál es
el alivio para esa queja con la que no se deja de despotricar… Lo asiduo acaba
en costumbre y al acostumbrarnos nos volvemos espectadores, entonces, eso de la
queja puede que sea un show, digo yo, pero sin ánimos peyorativos, aunque la
queja sí se anima de esa forma: peyorativa: esperamos lo que no ocurre, o lo
que no deja de ocurrir; así nos quejarnos: para ir corriendo hacia el presunto
alivio, al menos el alivio de turno. Una mujer se queja de su marido, típico,
con lo que, en términos químicos: segrega, cual sudor por el ejercicio; la
necesidad del alivio… Acude a un amante, a las copas o quizás al centro
comercial de turno, quién sabe. Los medios se encargan de proveer la
idealización del alivio en cualquier cosa, cualquier cosa que estimule al
consumo… así que nos consumimos, para
luego rehacernos de la queja y agrandar en cifras esos pasivos, los que también
serán objeto de la queja… Un hombre amanece y las noticias lo llenan de quejas,
se inmoviliza, espera la llamada de un amigo para salir a hablar de esas
quejas, cada uno con un trago en la mano, porque si no, cómo se ríen, hace
falta estar medio borracho para ser medio divertido, bueno, así los hay… la
queja los hace a la medida, pues hay quejas para todo, para todos… No ocurre lo que queremos, por eso tenemos que
gastar, he ahí la inversión, el equilibrio pues…
lunes, 22 de septiembre de 2014
y el voto nos purificó para seguir culpando…
Biopolítica
¿qué es eso? Bien, muy por encima es algo así como la manera en que se ha
intentado agrupar y estudiar; desde la práctica gubernamental, los fenómenos
propios de un conjunto de seres vivos organizados bajo la etiqueta de población,
es decir, salud, higiene, natalidad, morbilidad, longevidad, razas, entre otros.
Algo así como el estudio de la gente por sus gobernantes… Quédate mirando esto:
por unos treinta segundos más o menos, verás cómo la imagen se graba en tu
mente y juega con tu vista, ¿viste? Sí. Pero mejor aún: quédate hablando con
quien no deberías por un rato. En este caso, veamos al tiempo en letras, no
segundos; verás cómo tus terceras frases; primeras en los demás son distintas…
como si no fueras tú ¿ves? No es lo que pretendas ocultar, es más bien lo que
digas, escribas… Interesante, ¿pero eso qué importa? ¿y qué importa eso de la
biopolítica? Empiezas a ver que hay algo, y cuando hay algo nada es igual… Los
criminales esconden sus huellas pero necesitan a la impunidad ¿te digo qué creo
como impunidad? Dime. La culpa del resto. ¿Los estudiados por la biopolítica? O
los que lean tus terceras frases… Los impunes salieron un día a lavar sus
culpas; por supuesto con dolo. Ahí: donde se drenan las frustraciones de la justicia. Fue injusto cuando nos dijeron que no podíamos comprar los pasajes,
fue injusto cuando nos dijeron que todo fue a causa de nuestros votos ¿quiénes
votaron? Los que pensaron que decidían, pero nadie decidió. Hubo algo, nada fue
igual: y el voto nos purificó para seguir culpando…
lunes, 15 de septiembre de 2014
la belleza es esperanza
No es que a ellos les vaya bien,
es que a mí no me va mejor. Ajá, ¿y
entonces? Bueno, que no sé alegrarme de algo que yo no haya impulsado y de
lo que no obtenga beneficio alguno; de hecho quisiera más bien que se alegraran
cuando yo me alegro. ¿Pero cuándo me alegro? En primer lugar, cuando someto a
mi voluntad; cuando mi chiste es el más gracioso, cuando mi gusto es el más
exquisito, cuando mi elección es la más certera; mira: cuando mis pataleos se
aplauden mientras yo reprocho los del resto. Sí, eso me alegra, pero la alegría
se va, puesto que no me basta: siempre vivo en guerra, sobretodo luego de ganar
otra batalla. ¿y cuando pierdes? No pierdo,
pierde quien deja de luchar y yo ni ganando abandono la guerra, y sí, todo el
mundo puede ser mi enemigo, hasta los que me aman... Algún día voy a querer algo
que el amor no me va a poder dar, entonces, empezará otra batalla, ¿y ni siquiera por los buenos tiempos? Los
buenos tiempos son para la gente de paz, yo vivo de la guerra y eso es lo que
quisiera dejar claro: mi guerra es mi paz… [y ahí me acordé de un libro, pero
no venía al caso. Escuché en silencio. Luego me atendieron y dejé a ese loco
que no tenía con quien desahogarse…] "Sólo
porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo
su ser" Gabriel García Márquez [acabo de leer esa frase, aunque no la
recuerdo de lo que recuerdo de él, pero las fuentes concuerdan y además me
gusta mucho…] Esto. Esto sí quisiera escribirlo: “Las sombras son sirvientes de la luz, hijas del fuego. La llama más
brillante es la que proyecta las sombras más oscuras…” Eso lo leí en el
segundo libro de Juego de Tronos, que no se llama así sino Canción de Hielo y
Fuego: Choque de Reyes; y eso lo dijo “Melisandre,” que dentro de la historia
parece una mezcla entre hechicera y estafadora…
Lo pongo por escrito por lo del
loco que me conseguí haciendo la cola. Nunca creí que iba a hacer tantas colas,
y con este calor, bueno, es demasiado para lo huraño que soy; hablo con más
gente de la que quisiera. Ah, y el calor… Pero lo que quiero dejar por escrito
es lo siguiente: en la medida en que hacemos algo que consideramos bueno nos
llenamos de luz, por ende, tendremos sombras más oscuras, quizás funcione al
revés y de ahí que la luz sea belleza y la belleza es esperanza, sí, así es,
nuestra esperanza estriba en nuestro concepto de belleza, y puede ser una
imagen distinta en cada quien. Pero al final es eso, nuestra visión de la
esperanza… un loco malcriado te habla y te enfocas en lo molesto que es lo que
dice, hasta puede que te sientas aludido, pero luego observas algo bello, una
imagen con belleza para tus ojos: un bebé, una mascota, la sonrisa de un niño,
o de un anciano, una mujer con un cuerpo de ensueño, y sí, te viene la esperanza
y así andamos… Lo puso Cerati en Ángel Eléctrico: “aún tengo al sol para besar
tu sombra…”
¿y Gabo? Claro, eso fue un
recordatorio. La luz y la oscuridad de nuestro ser tiene mucho que ver con lo
amados que nos sentimos, incluso para el tipo de las primeras líneas, y ahí les
va otro recordatorio; de Nietzsche: “Qué sabe del amor quien no ha tenido que
despreciar precisamente lo que más amaba…” [Esa sí la vi en un libro de él]
Saludos en letras…
jueves, 4 de septiembre de 2014
“y esa inconstancia no es algo heroico, es más bien algo enfermo”
Recién
nos enteramos del fallecimiento, por fin descansó. Siempre lo recordaremos, al
menos yo siempre lo recordaré; un lago en
el cielo donde el tiempo es arena en
mis manos, pues, no se olvida, ni siquiera con el bombardeo de noticias…
una vez dos agonizaban, quizá por la misma razón, pero lo que me contó el
primero fue algo más o menos así: hay personas que sin haber pedido una obligación,
la asumen, la cumplen; yo soy una de esas, dijo. Vivía con mis tíos, y mi primo
era la prioridad, todo lo que él inventó yo lo asumí, obviamente lo malo,
porque lo bueno no era objeto de regaño… y yo no objetaba, yo lo asumía, era mi
responsabilidad y así crecí, responsable, responsable por lo que no debí haber
sido y por eso no fui feliz, ¿pero quién lo es? De eso me di cuenta con el
cuento de mi enfermedad. Sí, fui más cansado, claro, pero no más infeliz que el
resto, tal vez me perdí cosas a lo largo de mi vida, pero siempre me sentí
útil, lo útil me hizo sentir maduro, y lo maduro sabio, y eso era lo que veían
en mí aunque para mi mujer siempre fui un tonto, ¡pero qué más da ahora! Ahora
me muero y ella, con el otro, no es feliz tampoco… Hizo una pausa, yo realmente
no entendía nada, pero le escuché en silencio, atento, puesto que nadie venía a
verlo, luego siguió: durante un buen tiempo estudié mi situación, me hice
adicto al deber ajeno y mientras más me molestaba, mientras más me cansaba, más
importante me sentía, y se notaba, no lo importante, lo cansado, y me decían
que no lo hiciera más, que otro lo haría y yo sentía terror, porque yo era el
que podía, yo era el que lo hacía, entonces entendí que no se me debía ver el
cansancio, y así pasó mi enfermedad, ahora; estoy solo: inútil, inmaduro, y sin
juventud… Pero esa no era la única historia triste del día, también estaba el
otro que agonizaba; el otro infeliz. A diferencia del primero éste no hablaba
conmigo, de paso lo visitaba un gentío, pero los escuchaba, escuchaba a sus
allegados hablar: nunca asumió nada, si, tanto ruido que hizo cuando se casó y al
final, nunca fue fiel, ¡cómo presionaba! Para esto, para aquello, luego se
cansaba y eso que hizo lo que quiso, siempre le tuvo fobia al deber… Debió
haber sido feliz (intervine en la conversa) No, para nada, nunca supo cómo se
llenaban sus vacíos, pero sí aprendió como hacerse ver, y aunque nosotros lo
sabíamos, éramos complacientes con tal de no escucharle la lengua… Habría
jurado que los dos que agonizaban eran primos pero no fue así… terminé mi
jornada y pensaba para conmigo: cómo alguien asume la responsabilidad de otro y
el otro no la asume para sí… el equilibrio suele ser tan desproporcionado a
veces…
Suscribirse a:
Entradas (Atom)