Es
curioso que para llegar a intuir, hayamos pasado por contemplar y por proteger,
al menos eso se dice de su origen, pero, la verdad; tiene mucho sentido. Si nos
ponemos a ver, la intuición no nos nace de cualquier cosa; suele haber un
sentimiento en el asunto, probablemente en algunos casos, se trate de
curiosidad, pero en general intuimos a propósito de alguien, o algo, de lo que
sentimentalmente no nos apartamos… Sí. Tal vez ese algo alguien alberga en
nosotros alguna suerte de atesoramiento, y de éste último la contemplación,
quién sabe. O quizás sea al revés y de tanto mirar y sentir, nos da por
proteger. ¿Proteger de qué? ¿De quién? De lo que nos dice en silencio esa
intuición… Ahora bien, por lo general los orígenes en las palabras nos relatan
sus sonidos y sus significados previos (a la gente le da por asignar nuevos
significados a palabras viejas, aunque estoy convencido que eso no es casual) y bueno, da la casualidad que sospechar,
también fue mirar, contemplar; entonces nos confundimos un poco: intuyo, luego
sospecho o, sospecho, luego intuyo. Deliremos: queremos proteger, protegernos,
quizás porque conocemos del posible daño, por lo general un daño perpetrado por
nosotros, o un trauma, porque alguna vez fuimos víctima, entonces intuimos,
sospechamos y corroboramos… y no nos equivocamos; ¿por qué? ¿Queríamos
equivocarnos? Creo que no, pero sin duda es curiosa esa forma de mirar y de
proteger…
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