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viernes, 6 de diciembre de 2013

Publicare y no publicaré...


Mira, cómo te explico, a ver; en algún momento se nos habló de igualdades a través de la creación de estereotipos y preceptos que fungen de modelos a seguir para encontrarnos así en esa constante búsqueda, a la que dedicamos vidas viudas de primeras ilusiones. Quizás el primer resbalón devino de la creencia en que las labores pueden clasificarse y por dicha labor el estatus, y probablemente a partir de ese delirio quisimos entender pues que los buenos empleos se situaban detrás de un escritorio, bajo un código de ropa; así todos acudimos en masa a comprar el estereotipo preconcebido en publicidad y que nos acerca a esa mimesis con la que decimos, que ésta marca y estos colores, no son para todo el mundo. Pero claro, existe el arte; como excusa o como camino, pero existe; entiendo que el arte es la contravención de esa demanda, podría decirse que es nuestro modo de resistir hasta que se convierte en mercancía y por ende, en otro estereotipo. En un mundo de igualdad no existirían las manifestaciones artísticas, o puede que sí, y sería otra forma de política, pero puede no tratarse de evolución y revoluciones, sino más bien de ciclos por cumplir y cumplidos. Puede que vivamos bajo ciclos de purificación. Juguemos al creo, tú escoges, primero como creación y luego como creencia, o quizás al revés, por qué no: yo creo para que tu creas y la costumbre ya es religión; tú crees para que yo cree y la costumbre se hace resistencia, pero de tanto creer y crear justo con todos sus viceversas, mi religión y tu resistencia, resultan ser una sola creación; y bueno, a los borregos cómo los llamamos: creativos, y eso es lo que te piden para sentarte detrás del escritorio; creatividad…

Este es un fragmento de mi más reciente cuento corto, pueden hacer clic en cualquier lugar del texto que acaban de leer para tener acceso al escrito completo. Como siempre, sus opiniones son bienvenidas y agradecidas... Saludos en letras...

jueves, 4 de octubre de 2012

Por qué no hay debate…

 
En el edificio El Placer, ubicado en una parroquia sobrepoblada, como ya varias hay en la ciudad; se postula un nuevo vecino para presidir la junta de condominio durante el nuevo período. Ramón ha venido siendo el presidente desde prácticamente su construcción, de hecho, con el paso de los años, ya muchos propietarios han vendido y revendido algunos apartamentos. Pocos preguntan sobre los oficios de Ramón, algunos ni saben quién es él. Nace el auge de renovar a los miembros debido a lo que algunos han acusado como una mala gestión: ya estamos cansados; el primo es plomero y viene siempre a “parapetear” las tuberías, las cuotas están muy caras, la mujer no trabaja y lo que se la pasa es de chisme en chisme, y claro, como la hija mayor es abogado, y de paso tiene un buen puesto en el gobierno; este cree que es el dueño de El Placer…


El virus del cambio se esparce y afecta incluso a los recién llegados, se han animado hasta los pernoctas; y eso que sólo se les ve por la entrada cuando llegan a dormir. Todos quieren un cambio, pero nadie le pone una cara al puesto de opositor. Llega Douglas, arrendatario por algo más siete años, uno de esos casos de los que alquilan un apartamento, su propietario se va del país; pagan las cuotas por tribunales y ya lleva más de cinco años. Se postula y enseguida todos lo aceptan. Ramón, por supuesto y por su parte, empieza, como dicen, a sacar los trapitos al sol, a develar el curso de la vida de Douglas, a acertar en dar con sus desaciertos, con su vida privada que ahora es pública. Se da oficialmente inicio a la contienda…


Como es inevitable para la contraposición de argumentos en una sociedad, no hay acuerdo, todo se limita a un bueno y un malo, ahora Ramón no es tan malo para algunos pero para otros llegó la hora de que se le remueva de la administración. Empiezan los fervores de la pelea de gallos, cada quien con su Pataruco (y no uso Coliseo ni Gladiadores, porque la historia trae consigo alguna honorabilidad que en la política, simplemente no existe) La mujer de Ramón, por ahí abren la llave de paso y la alta corriente de calumnias y certezas desventuradas, y la hija, la hija resultó, por verdad o por veredicto, haber tenido algo, o no haber tenido mucho, con Douglas. Resulta que el aspirante fue también pretendiente. Nada de otro mundo, pero es tiempo de elecciones y el escándalo es una grieta en la que se alojan los bichos del juicio y por donde más se nota el sucio de una fachada…


Decide Ramón recuperar su poder y visita a cada vecino, y como cosa rara, nadie lo rechaza, quien está lo recibe y quien no quiere recibirlo se esconde, y esos justamente son los que más opinan. Douglas, ávido de nuevas ideas, hace una fiesta en el gran salón, muchos contribuyeron, y bueno, los que no van a votar fueron los que más la disfrutaron: los chamos de los propietarios, así se unen las familias en una familia mayor (dicen por ahí)


Nada cambiaba y la fecha se acercaba, Douglas, finalmente, le propone un duelo intelectual y administrativo a Ramón, una asamblea extraordinaria para derogar procedimientos de antaño y proponer, con la participación de los vecinos (como siempre) nuevas fórmulas que serán la solución y el encuentro de una mejor gestión. El vigente rechaza y los adeptos del aspirante se enervan, con los acostumbrados al actual y con todo lo relacionado al mismo. Los copropietarios empiezan a odiarse, sus hijos a amarse, Douglas vuelve a salir con la hija del presidente y Ramón vuelve a ganar porque los que más opinaban, no votaron. Se oía mucho: es que la gente no es seria, una junta seria hace debates…

lunes, 24 de octubre de 2011

Martha y Ellas, Francisco y Pedro; y los Egos…


Martha me dejó, Pedro. Me dejó por un idiota casado, prefiere ser amante, ocultarse entre nombres; prefiere eso a este noviazgo, a este sincero sentimiento. ¿Puedes creerlo? Mira Fran, francamente eso se veía venir; siempre fuiste víctima de tus crímenes y lo sabes: tuviste tantos amigos al teléfono, ¿cuántas veces usaste mi nombre, por ejemplo? No es igual, Pana; ella era la más importante. ¿La más importante, Fran? Perdiste esa relación desde que caíste en el juego perverso de los egos. ¿De los egos? Si Vale, de los egos. Nuestro ego alberga dos egos, al menos así lo veo: un ego territorial; muy propio de nosotros, y un ego intelectual; de ellas. Uno lo tenemos por distracción y el otro por esencia: uno domina al otro, y evidentemente el que nos domina va relacionado al territorio. Ellas no, ellas se rigen por el ego intelectual, y este, a su vez; domina al otro. Así de real, viejo. Verga Pedro, no entiendo un carrizo…

A ver: el mal llamado machismo es un invento propio de quien complace al ego con su intelecto, una institución creada para crear excusas, para poder contraponer estos egos: tú nunca has conquistado a alguien, pero lo territorial te hace parecer conquistador; tú mismo te lo crees, y seguramente, el tal González, casado, debe creer a Martha un trofeo; cuando es Martha la que bebe del ego de la esposa mientras se entretiene con el bicho este; tal como hacías tú…

No Pedro, machismo nada; yo soy de los que piensa en la igualdad de género, pero eso no quiere decir que no me afecte. La igualdad de género, déjame ver: esa es otra institución, más moderna y menos universal que la del machismo. Me hiciste recordar a un Pana que me dijo que la igualdad de género fue un invento del capitalismo para que las mujeres, en su afán por competir,  usaran faldas más cortas. ¡Cómo me reí! Pero la verdad es que el machismo clásico hizo a la fémina más poderosa aún: princesas, reinas, doncellas, damas de honor y de títulos; la virginidad y la belleza que las acerca a lo divino y a lo divinas, pero con la sola mala suerte de haber gestado violencia entre muchos hombres: acto salvaje que se empeñan en domesticar. ¿Quién se empeña? La gente, Fran; la gente, todos…

Si Pedro, ¿pero cuál es el punto? Tenemos dos egos en distinto orden con respecto a la mujer, uno se corresponde y se antepone al otro, por eso nos vanagloriamos con varias mujeres cuando son ellas quienes han sembrado todo esto a través del tiempo: el mundo es de ellas, supongo. Por eso los islámicos apelan a la represión, porque saben que el día que permitan un hombro, una pantorrilla; se les acabó el dominio: ¿a eso te refieres? ¡Entendiste Fran! ¿Y? ¿Y, Pedro? Esta historia se cuenta entre dos hombres, pero en algún otro lugar son dos mujeres quienes cuentan su historia de un hombre, o de otra mujer quizás. Para mí es un solo ego, el de quién sea, y el mío, hoy,  está herido…

lunes, 3 de octubre de 2011

Su visión del acoso (Primera parte)



Corre el rumor de Dayana y el nuevo jefe. Lo de siempre; largos ratos en privado, horas extras, llamadas sabatinas, el aventón a la casa por aquello de la caballerosidad, y todos los ingredientes esenciales para suponer un clásico idilio de oficina. Nada nuevo en un mundo de lunes a viernes. Boris, el jefe, como se ha de esperar, es un hombre casado; casado con la hermana del antiguo jefe, el cual, también, como cosa rara; incursionó en el oficio del cortejo para obtener, sin éxito, el corazón y el cuerpo de Dayana. Dante, conocido como el “exjefe,” a diferencia de Boris; practicaba la compra del amor con los beneficios de la investidura del cargo, nada nuevo tampoco, pero sin la esperada recompensa; más por parte de las lenguas del trabajo que por él mismo…

No sabemos si Dante era un tema de conversación entre los presuntos amantes, pero se cuenta por los pasillos de la historia de un hombre y su devoción por el acoso. Dayana, que sin ser Diana, tenia ese porte de princesa, de diva; ese que su padre debió haber asumido para darle el nombre, más por como se pronuncia que por como se escribe; pero los nombres, afortunadamente según algunos, no tienen errores en la escritura…

Boris divagaba, se preguntaba; dudaba, se respondía para sus adentros. Hablaba con los discretos (los más chismosos) sobre la autenticidad del acoso como condición en la persona moderna. Boris sostenía que el acoso, más que un problema, era una opción. La persona que acosa lo hace desde la comodidad de un computador, de un teléfono; últimamente resulta fácil averiguarle la vida a alguien. Me gustaría haber conocido a un acosador en los ochenta; nos comentaba (Yo también estuve ahí ese día.)

No me contuve y me incorporé. Jefe, ese es un punto de vista; pero es más que eso, es más bien como un virus en la red. Todo el mundo sabe que quien crea la cura primero creó la enfermedad. Hoy en día hay más depresivos, trastornados; todo por el estrés todopoderoso. Aunado a esto, las terapias de grupo, la autoayuda, las religiones de la globalización. No sólo es fácil ser acosador, sino que está de moda serlo. Usted dice que se elige, yo le sumo que se elige porque se puede, porque es una especie de tendencia…

Una tendencia peligrosa, una tendencia que hace daño; alguien dijo. ¿Hay tendencia que no genere daño? Preguntó Boris…


Su visión del acoso (Segunda parte)


Nos incorporamos al trabajo y al silencio, Dayana entró un largo rato a la oficina del jefe…

Ayer apareció Bárbara, la hermana de Dante. Fue a ver a su esposo, fue a hablarle de lo extraño que se comporta su hermano.  Boris entendía que su papel en este guión para telenovelas, era el de televidente; por lo que al finalizar la entrevista con su mujer, salió de la oficina a contarnos el capítulo de estreno…

Boris asumía que el ejercicio del buen oyente obedecía una especie de complicidad. Se excluía de la historia, como si no formara parte de ella. Se olvidaba que Dayana era la mujer más deseada de la oficina, y a mi particularmente me encantaba Bárbara. Olvidaba que Dante fue adorado por su gestión como jefe, y al parecer también olvidaba que todo el departamento estaba al tanto de la historia…

Otro día, como cualquier día; Dayana fue requerida a la oficina urgentemente; eso se decía. Se apresuró desde la repisa donde se prepara el café. Dejó  un vaso a medio tomar junto a unas marcas de lápiz labial, y con esto; su teléfono, el cual descansaba sin dejar de avisar la constante llegada de mensajes…

No había gato alguno para que lo matara la curiosidad. Lo que sí había era gente; gente sedienta de emoción por la tragedia ajena. Alguien (no Yo) tomó el aparato, el arma implicada, el depositario de las pruebas del delito; la pieza fundamental para la historia. Se encontraron diálogos escritos: Dayana y Boris, Dayana y Dante; Bárbara y Dayana, en estos; las menciones sin sorpresa y las menciones sorprendentes:

Dayana y Boris, junto con los distintos nombres para Bárbara y el apodo de Dante. Dayana y Dante: Boris aquí; y Boris allá. Bárbara y Dayana: ¡Bárbara y Dayana!
 
Boris siempre lo supo: el acoso, más que un problema, era una opción. Una opción que todos elegimos, y de esta forma revelar que era Dante el acosado por Dayana. Resulta que si hubo mayores acercamientos. Bárbara, desde la primera que nos vimos, nos seguimos en todas las redes sociales habidas y por haber; el acoso era mutuo. Boris, Boris lo intentó, pero para sorpresa de los colaboradores de este guión; todo aquello en donde se veía un romance, no fue más que un verdadero intento fallido. De Boris nos quedó su visión del acoso y a veces recordarlo en algún ocaso, sea el caso…


FIN (del chisme)

miércoles, 13 de abril de 2011

El Poema; o el intento de uno. (Capítulos 7 y Último)


SÉPTIMO

La brisa mañanera con la que El Litoral nos acaricia el rostro, viene con sonido de mujer y con olor a deseo.
¿Y eso?
¿Acaso no puedo tener mis momentos?
Apreciar el lenguaje de la naturaleza, así como los sentimientos que evoca; es una muestra de valor que pone tu alma hecha palabras.
Lo dice el poeta de mi cuñado.
Tienes que creerlo; no es sólo palabras.
Claro, claro. Nos vemos el domingo en la tarde. Pásenla bien; mucho sexo con letras o letras con sexo, ahí ven ustedes.
Pasado.
Sonríele.
Ajá.
Nos vemos Cuñado…

¡Dejó su cuaderno!
Bueno, seguro cuando vuelvan escriben su sexo con arena y todo…



ÚLTIMO

Saudade
El Poema; o el intento de uno.
Extrañar (podría ser)
La voz agonizante,
los pasos a tacones altos
que se oyen apresurados
por mis escalones recuerdos.

Mi memoria epidérmica,
mi vista errante
en esta oscura habitación.

El deseo insubordinado
que pretende cambiar el pasado...

Las canciones, las películas.

Olvidos que no eran olvidos...

Esa prosperidad declamada en choque de copas.

El despertar sin leerte
y sin saber como escribirte.

Extrañar es no tenerte...
Extrañar es no tenerte...

Dedicado a mi hermana; que se me fue con el amor a la playa, y que más nunca regresó.
Tu Hermano.



El Poema; o el intento de uno. (Capítulos 4, 5 y 6)



CUARTO

Sabana Grande es un boulevard que posee la particularidad de permitirnos ver como el sol nace y cae sin salir del lugar. Si pasáramos todo el día aquí podríamos ver al astro vernos desde todos sus ángulos.
¿Cómo sabes eso?
Me lo dijo un profesor. Quisiera algún día pasar todo el día aquí a ver si es cierto.
No hace falta. Las palabras de tu profesor se hacen ciertas desde el momento en que contemplas la luz del sol con la esperanza; con la ilusión.
Siempre Poético.
Para nada…

A veces me produce cierta tristeza que lugares como este lleguen a ser no apreciables por la inseguridad que se está desatando. La maldad crece por todas partes y en mucha gente.
Volvemos a la pequeña planta de Los Caobos. Para bien o para mal, para nobleza o vanidad; los preceptos se hacen necesarios.
Pero alguien podría ser honesto y honradamente caer en sus preceptos solo. No tiene que caer en el daño a los terceros.
Ciertamente. La maldad es tan humana como la escritura y tan antigua como el papel. Así que aprovechemos la oportunidad de disfrutar y alegrar a los ojos con nuestro sentimiento. En mi mundo de escritorios y oficinas; contemplar es un lujo y además un desafío para el tiempo.
Ya que lo mencionas; mi mundo también huele a paredes sin ventanas y a café con aire acondicionado. Hay momentos en los que urge buscar al viento hasta para poder contaminarlo.
Vida de ciudad. Otro precepto necesario.
Así es; y somos parte del mismo.
Con cada célula…



QUINTO

Escribí estas palabras el día que consumamos por primera vez en nuestras pieles lo que ya nuestros corazones se decían. Ese día había roto este papel en tres partes: una por ti, una por mí y una por lo que nos unía. Al llegar a nuestro tercer aniversario las tres partes volverían a ser una carta; una carta con un manifiesto.
Ahora que te siento sé que te presentía; te presentía sin rostro pero reconocí tu aliento cuando nuestros labios se conocieron…
¿Me presentías?
Si. Sabía que iba a conocerte algún día.
Déjame seguir leyendo.
Encontré la explicación de la búsqueda de la alegría al verte sonreír; al ver como me veías y como me veía en el reflejo de tus ojos. Hablaste; hablaste y le pusiste música al momento. Un momento que no cabe en las palabras, un momento que sólo puede llevarse en un alma esperanzada: en un alma enamorada…
Mis suspiros aprendieron a decir tu nombre desde que empezamos a salir.
Los míos siempre te invocaban, sólo que no me había percatado.
¡Somos muy cursis!
Demasiado; demasiado. No los soporto.
Saludos al Cuñado que ahora nos anda por ahí enamorado.
Si pero sin sellar suspiros y sin presentir sintiendo.
¿Cómo lo sabes?
Deja el fastidio.
Porque no he roto todavía primera carta alguna.
¿Ya la escribiste?
No te va a tomar en serio.
Estoy en eso. Tengo que, como diría mi hermana; plasmar un poco de mí en el texto.
Así es.
No lo escuches.
Claro, serán declaraciones de mucho deseo de sexo.
Te dije que no lo escucharas.
Es que el sexo forma parte de la declaración. Por supuesto que sí; sólo que, en este caso, permite; permítete que sea el sentimiento que te lleve al sexo y no el sexo al sentimiento. Tal vez te vaya mejor así.
Yo le he dicho a él más de una vez que no siempre el sexo nace de un beso y no siempre el amor nace del sexo; pero un beso siempre empieza todo sexo con amor…
Si, si, si. “El poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo necesita…” Hablamos luego Cuñado…



SEXTO

Saludos en letras que se hacen voz para llegar a tus oídos. Saludos de buenos días y sonrisas.
Sonrisas que dicen saludos y que mis labios te envían. Sonrisas para mis oídos por concederme tu voz.
¿Qué tal el trabajo?
Rutinario para variar. ¿Tú?
Dándome tiempo para pensarte y preguntarte si conseguiste los días libres.
Si; listo. Ya me dieron el viernes y la mañana del lunes. Esta noche dejo las maletas hechas.
Debemos estar de vuelta para el domingo en la tarde. Por fin volvemos a Margarita.
Si; ya hace más de un año de aquellos momentos en La Restinga.
Ahora tengo una mejor cámara; así le pondremos nuestros rostros a las letras.
Tus letras ya llevan tu rostro y no sólo tu rostro; sino tu voz pronunciándome cada palabra.
Recuerda estar lista en la madrugada.
Seguro. Ahorita llamo a mi hermano y le recuerdo para que nos lleve.

Aló.
¿Recuerdas que mañana nos vas a llevar al aeropuerto?
Si señora jefa.
Tonto. ¿Qué haces?
No lo vas a creer. Estoy revisando algunos escritos que tienes aquí de Julián. Sabes, para ver si logro entender eso de dejar algo de mí.
Te burlas.
No; es en serio. Nancy nombró a un tal Girondo, y recordé aquella vez que Julián decía algo de unos senos pequeños y de hacer el amor volando.
Así no es.
Bueno pero es de ese poeta.
Viniendo de ti es un buen paso.
Tengo mis momentos.
Nos vemos a la noche. Chao.
Chao…


martes, 12 de abril de 2011

El Poema; o el intento de uno. (Capítulos 1, 2 y 3)



PRIMERO

Iba borroneando frases sobre frases mientras te leía en los capítulos de mis sentimientos.
Iba imaginando la llegada de tus palabras sobre mi cuerpo a través del aliento que me arrebatas.
Cada día, como aquel día; los muros de mi silencio fueron testigos de la expresión de mis manos.
En mi ser aguardan las ganas de tu aliento, del clima que se entromete pero nos pertenece.
Hoy quiero celebrarte y brindarte en mis labios con el sabor del deseo.
Hoy quiero esperarte con el sol y su partida, hoy quiero esperarte con las prendas desprendidas.
Hoy quiero verte.
Hoy quiero verte. Pero hoy. ¿Sabes qué día es hoy?
Si, ya sé. Hoy las palabras quedarán palabras y el deseo aguardará entre textos y pensamientos…
Es sólo hoy. Ya lo habíamos hablado.
Ya lo sé, ya lo sé. Te llamo mañana, tengo ya mucha gente a mis espaldas esperando por este teléfono.
Está bien. Tranquilo; me quedo con nuestros suspiros en palabras. Chao.
Chao.
¿Ya el poeta hizo su declamación de la tarde?
No te burles. Si fueras un poco así con Nancy tal vez; tal vez te mirara por lo menos.
A Nancy no la enamoran las palabras, la enamora el dinero. Un dinero del que carezco.
Si no le puedes decir algo bonito, mucho menos le comprarás algo bonito. ¿Sabías que cuando damos un presente también damos un poquito de nosotros para que esa persona lo conserve?
Eso es ridículo.
No. No lo es. Obviamente, si no estás dispuesto a dar un poco de ti, tienes que perderte entre costos y precios. Por eso es que Nancy se te muestra materialista; porque sabe que no hay nada de ti en lo que puedas darle. Por eso le pone monto a tus pretensiones.
Ella no es de las que se enternece con palabras bonitas.
No son las palabras las que son bonitas; es el alma que se deja en ellas cuando se escriben. A mí me enamoran las palabras de Julián porque él plasma su sentir ellas, no porque se crea poeta. Si su versar fuera tan sólo una virtud de su intelecto, seguramente no las sintiera mías al leerlas.
Pero no todas son escritas por él.
Exactamente. Pero al dedicármelas pone su alma en los versos. ¿Recuerdas cuando vimos Il Postino?
Si, si, si. “El poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo necesita…” con eso siempre me ganas.




SEGUNDO

¿Me tardé mucho?
Lo que tarda un suspiro en evocar un nombre.
Eso podría ser mucho o poco dependiendo de cuántos nombres reposan entre los sentimientos sentidos.
Asume que nos referimos al tiempo de tus suspiros.
Está bien…

¿Te gusta mucho Los Caobos, cierto?
La llegada del sol al parque, en particular.
Me gusta ser testigo del juego del sol y los árboles más adultos. Es algo así como cuando tu cabello se desliza entre mis dedos. Además; es uno de esos espacios donde aun los árboles pueden verse sin edificios de por medio.
Cierto. Sin embargo hay una cierta tristeza de color descuido y de color concreto.
Es inevitable. Muchos de los que habitamos el mundo nos esforzamos en no dejarnos seducir con lo que está a la vista. Fíjate allá, en aquel lugar que parece no ser atendido en cierto tiempo. Si ves de cerca puedes ver como hay una pequeña planta desafiando la falta de atención de nuestros ojos. ¿Te das cuenta cómo una planta nos puede enseñar?
Si, me doy cuenta…

Deberías conversar con mi hermano más seguido, me gustaría que tuviera ese valor por cosas así.
Estoy seguro que lo tiene, lo que pasa con él y con muchos de nosotros es que nos dejamos envolver por los parámetros, por las sugerencias de quienes no quieren conocernos. Se ha convertido en necesidad que las personas busquemos preceptos para encajar en ellos.
Esa misma sabiduría que una planta nos puede dar, otros la buscan en un programa de moda, en un ícono internacional, incluso: la compran; y la compran porque alguien la vende; y alguien la vende porque sabe nos gustan los parámetros. Nadie escapa de eso; incluso negarse a un precepto equivale a aceptar que existe y que envuelve. Sólo tenemos que recordar que podemos venir a ver la planta que crece en las grietas del descuido, eso es todo…

¿Entonces el sol acaricia a los árboles como tú a mi cabello?
Además del brillo, de la luz.
No es sólo la imagen sino la forma en que se ilumina esa imagen y se aloja en la memoria.
¿El sol y los árboles?
Tu cabello entre mis dedos…



TERCERO

Después de la luz en el parque, vino la luz en la intimidad. Nuestro acto, nuestro culto. El tributo que le rendimos a la piel y a la devoción por devorarnos. Nos prometimos y nos cumplimos con la más verdadera de las verdades: con nuestros cuerpos al desnudo. Ayer sellamos con suspiros y vivimos de nuevo…
Mira, ¿Y cuando sellan con suspiros también sellan caballos, o son sólo sellos de caucho?
No te burles. No puedo evitar leer sus líneas en voz alta.
Está bien. Ya me acostumbré a lo edulcorante de esa relación.
Sería más dulce si dijeras dulce.
Bueno; dulce…
¿Hablaste con Nancy?
Si, pero no sellé suspiro alguno.
No te burles.
Está bien no te molestes…

¿Te regaló ese cuaderno con sus letras?
No, el cuaderno es mío. Aquí copio lo que él me dice cuando hablamos por teléfono, o cuando caminamos por lugares como La Candelaria y dice cosas como: puede sentirse el sonido del tranvía al pisar estas marcas que dejaron para que lo recordemos…
El tranvía de La Candelaria dejó de pasar hace años. Si acaso nuestros padres de niños lo llegaron a ver.
Yo sé; pero él insiste que la ciudad siente, recuerda y nos recuerda para crearnos la identidad.
La identidad está en la cédula.
Tonto…

También pego sus poemas. Me gusta conservarlos de su puño y letra; así como también me gusta dormir cerca de ellos. Es como si estuviera conmigo, como si me acompañara.
Deberías copiarlos, se te podrían perder.
No será necesario. Un poema escrito en un papel nunca se pierde. ¿Sabías?
Yo podría tomar uno de sus escritos y tirarlo junto con la basura.
Alguien lo encontraría, y junto con este; el sentimiento y la historia que motivó sus versos. Es más; si otra persona lo leyera podría evocarse hasta el momento en que fue escrito, podría vivirse el cuento de nuevo.
Pero con otros personajes.
¿Y? Lo importante no está en los nombres de los personajes sino en quien quiere estar en la historia, o mejor aún; quien pueda hacer de la historia su propia anécdota…
Lo que tú digas…