Dos birras, por favor. ¡Qué! ¿No quieres? Sólo los
tontos vuelven a la oficina un viernes de quincena. Si tú lo dices; me encanta
tu epicúreo concepto, este sitio es hasta feo, pensé que nada más comeríamos.
Epicúreo será tu madre, por si acaso…
Sin duda, el contendor por excelencia es la
pareja. No si son equipo. ¡Equipo! Tu pareja celebra tus triunfos únicamente cuando
los suyos están a la par o por encima, o cuando percibe algún beneficio por tu
presunta victoria; la derrota ya está declarada, a todos les molesta el logro.
A mí no. A ti también, viejo. El hecho que no lo digas no implica que no lo
hagas, o peor; que no lo sientas así. El confort del progreso ajeno descansa en
el hecho de que tengas logros propios. La comprensión estriba en la
competencia. No te molesta que a otros les vaya bien porque no compiten
contigo, porque tú compites con otros otros. Basta que hagas un opositor y
verás que hasta te harás chismoso, cosa que, según tú, tanto detestas. Ahora
que mencionas al chisme, fíjate que mucha gente confunde opuestos, sobre todo
eso de peor mejor. Las comparaciones
molestan, y molestan por lo que dan a entender. Estamos en lo mismo; otra
ronda. ¡No y que no querías! Bueno, ya estamos aquí…
Como te decía, las comparaciones; tengo amigos constantemente
emprendedores en la búsqueda de algo peor, es increíble; el hecho de que haya
algo más desventurado justifica el infortunio propio. Hasta los políticos caen
en eso. Si, compiten por los errores y no por los aciertos. Es que el acierto
es encontrar el error. Exacto; tal como los amigos. ¿Dónde y quiénes no son
así? No sé, nadie; en ninguna parte, supongo. ¿Qué te dijo tu mujer? A mí,
nada, ¿Por qué? Bueno, empezaste diciendo que el contendor, que la pareja. No
vale, pensé en voz alta, el resto es sólo un repertorio de pasto y miércoles
que me provocó agregar. Por cierto ¿Qué es Epicúreo? Olvídalo. Mira, termínate
esa birra que tenemos que regresar a la oficina. Siempre tan tú…