Tuve el malestar a
media noche, ya me ha pasado otros días; olor a vómito y un calor así como de
alcohol. Vengo soñando con algo que tenga que ver con sexo. Entonces despierto,
acelerado, tanteando lento porque de otra forma siento que me caigo. Vuelvo en
sí y empiezo a escuchar mi sinfonía crepuscular; un ventilador que gira y hace
un recorrido, de seis segundos, yendo cada vez hasta donde mis papeles apilados
y medio alborotando las primeras páginas en una suerte de danza, que va y viene
y cae, pero no termina de irse, ni de caerse, cada vez que la brisa regresa.
Eso le da como ritmo, o no sé si en este caso aplica eso del beat, porque según
los entendidos, ritmo es otra cosa… Vuelvo en sí y la orquesta se extiende;
escucho mi lavamanos mal cerrado: puede ser que esa gotita que suena, casi al
tiempo del ventilador, tenga algo que ver con el sueño, o pesadilla, bueno, con
lo que me hace no seguir durmiendo. En algún lado leí algo sobre las formas y
las sombras y cómo se graban en nuestras mentes, cosa de que cuando cerremos
los ojos se nos proyecten cual plantillas, para recrear así a las escenas
oníricas. Luego se le da rienda suelta a lo que dijimos durante el día y con
más ahínco a lo que callamos, entonces resulta que vemos personas con nombre y
apellido y en lugares conocidos… Vuelvo en sí y me acerco al baño, enciendo la
luz y desde la poceta – ya sentado – veo mi cuarto oscuro junto con los papeles
que el ventilador hace que remueve; vuelvo en sí y pienso, recuerdo, doy
interpretación a lo que siento… no estoy incluido en el sexo del sueño, soy más
bien un espectador que no quiere serlo, no estoy viendo la escena, la he construido
a partir de unas voces, pero no, tampoco hubo voces, las voces también las
inventé, hice el momento a partir de palabras, eso es, algo le leí a alguien –
como lo de las sombras y los sueños – una promesa de placer, pero de uno que a
mí me amarga. Ya sé que no soy yo, pero tampoco es mi ex con su actual, será
que pienso en ella, o será que pienso en mi mujer; la pareja es siempre el
primer sospechoso, se dice en el Derecho, pero no, no tengo mujer, tuve, por
eso la llamo Ex…
Volví en sí. Ya era
hora de ponerle pasta de dientes al cepillo y hacer lo propio para quitarme la
careta de insomnio, esa con la que todos me ven y asumen que estuve de
parranda, o de marcha, como los españoles. A esa escenita le tengo siempre la
misma sonrisita que no afirma ni niega, con la que se conforman para seguir
asumiendo y para no seguir preguntando tanto. El trabajo es el mismo todos los
días: un lote de actas y transcribirlas, una por una, hasta que llega la hora de
irme y volver a mi casa, a mi cuarto con baño privado, a ver las noticias, a
ojear y a hojear también…
Aun sin volver en sí,
veo que pasó la media noche, la amargura de ese sexo del que no soy partícipe, ahora
con gritos, que no son de placer, pero algo tienen que ver conmigo, sí, los
gritos sí son conmigo, como si alguien que me he inventado dormido me apurara
por volver en sí y yo le digo que no, pero es intimidante, esta vez las gotas
caían más rápido que la vuelta del ventilador…
Hubo una noche en la
que sin haber vuelto en sí, me dispuse a contemplar fotos de mi ex, con algunas
sonreía y con algunas otras, pues,
obviamente me entristecía. Siempre es triste ponerte los hubieras en la frente y darte cuenta que no dispones de los hubieses. Suelen ser crueles esas dos
palabras cuando se trata de pasados que ya no son presentes: si yo hubiera yo hubiese, si tan solo
hubiera y no hubiese, pero bueno, eso no es todo el tiempo, eso fue esa
noche…
No podía volver en sí,
me costó despertarme y no quería seguir durmiendo, quizás los zancudos, quizás
los gritos, pero no solamente era sexo, gritos e insectos. No. Había una
ilusión, unas sonrisas, esas no eran conmigo, ni yo las provocaba, yo era ajeno
a esa alegría, y bueno, sí, hay alegrías que amargan, que te ponen mal pues, no
siempre quieres que el resto esté contento cuando tú no lo estas, o no quieres
estarlo. La alegría puede llegar a ser un tema convicción y no de consecuencia, pero el punto es que no
era por mí ni conmigo. Me dio hambre, pero sólo tomé un vaso de agua…
Anoche, anoche tuve el
malestar, no volvía en sí, ya que como me dijo el actual de mi ex, había bebido
demasiado cuando la llamé y la insulté, y es que ese día los vi y el día
anterior había visto sus fotos, las nuestras, cuando yo todavía no había leído los
mensajes que ellos se escribían el uno al otro, hablando de mí como se habla de
un tercero, con los verbos de lejos y ajeno. Los leí y sin embargo ahí seguí,
me aferré a la estupidez aquella de preferirla compartida y bueno, el actual
siempre quiso ser primero, y único. Cosa que no sé si fui alguna vez y sé que
en un momento no era. Por eso la despertaba cada media noche con mi insomnio,
porque no soportaba la idea de que durmiera conmigo tan tranquila después de lo
que ya yo sabía de ella, porque desde entonces, yo no he logrado volver en sí…