Las grietas de la realidad dan cabida al abuso
de los besos para fantasear y escaparse, una serie de ventanas para hacerse
espectador del mundo que no se vive: hay muchas, a veces demasiadas. Uno cree en
lo que crea y por eso sueña con presenciar, viéndose de qué manera desde esas
grietas: a veces se siente así. A veces se piensa, aunque sea por unos
instantes, que los pliegues de los días están bajo los cielos de la rutina. Luego
duermes y despiertas y despiertas de nuevo para levantarte. No queda de otra
más que dejar al absurdo absuelto por absorto: su culpa es inocente…