Resulta
interesante percibir cómo todos cuentan una historia de buenos y malos a
conveniencia y no por convención. No se trata de descubrir descubiertos, mucho
menos darse cuenta de un cuento más. Me refiero al albergue, a las posturas que
se albergan. Como siempre: un tercero culpable para un primero que nunca es
inocente…
Un
amigo me decía que siempre hay un rico malo opresor para el siempre pobre y
pobre siempre. Cada día una anécdota, un hecho que justifique porqués y
carencias a causa de la abundancia ajena; por supuesto, mala. No hay forma que
una buena carencia bien se vea. Yo por mi parte, albergo desastres, y como él,
mi amigo; siempre tengo un cuento nunca bueno, malo también…
Víctimas
para sumar y justicia que se le resta. Lo justo es digno cuando se trabaja para
ello. Ambos nos acomodamos y nos justificamos en injusticias contrapuestas. No hay
cabida para silogismos si la razón es un asunto de volumen. ¿Será que grito
entonces, o mejor callo para pretender genialidad?