Hemos agigantado los pasos; sólo una danza de nuestros dedos puede llevarnos a las más lejanas culturas y distintos modos de pensar.
Es permitido alejarnos de la persona cuyo aliento y respiración pueda percibirse con tan solo exponer nuestra piel un poco.
Es permitido enamorarse de una imagen inanimada, de la cual sólo nos llegan palabras de su texto.
Hemos cambiado, a veces para bien, pero hemos cambiado. La rutina solía impregnarnos con el rocío de la infelicidad, ahora podemos escaparnos por la “ventana” que se apellida con números, un par de letras y hasta incluso la redundante palabra “vista” en muchos casos…
Muchas veces me siento agradecido, otras pocas; arrepentido. Me he creado la obligación de compartir, y paradójicamente la disfruto, incluso siento la presión del compromiso y la gloria de sentirme leído.
Me regalo unos minutos para crear senderos con mis dedos sobre letras, y así dar vida al pensamiento que no sabría cómo pronunciar:
¿Podemos sentirnos solos al rodearnos de rostros y hasta de sonrisas que nos involucran?
¿Podemos sentirnos en grata compañía, cuando el único cuerpo que respira en una habitación es el nuestro?
¿Podemos detener el tiempo de la mente al viajar por innumerables recuerdos?
¿Podemos navegar en el océano de perspectivas que llamamos Noticias?
Podemos; o no podemos…
Es permitido alejarnos de la persona cuyo aliento y respiración pueda percibirse con tan solo exponer nuestra piel un poco.
Es permitido enamorarse de una imagen inanimada, de la cual sólo nos llegan palabras de su texto.
Hemos cambiado, a veces para bien, pero hemos cambiado. La rutina solía impregnarnos con el rocío de la infelicidad, ahora podemos escaparnos por la “ventana” que se apellida con números, un par de letras y hasta incluso la redundante palabra “vista” en muchos casos…
Muchas veces me siento agradecido, otras pocas; arrepentido. Me he creado la obligación de compartir, y paradójicamente la disfruto, incluso siento la presión del compromiso y la gloria de sentirme leído.
Me regalo unos minutos para crear senderos con mis dedos sobre letras, y así dar vida al pensamiento que no sabría cómo pronunciar:
¿Podemos sentirnos solos al rodearnos de rostros y hasta de sonrisas que nos involucran?
¿Podemos sentirnos en grata compañía, cuando el único cuerpo que respira en una habitación es el nuestro?
¿Podemos detener el tiempo de la mente al viajar por innumerables recuerdos?
¿Podemos navegar en el océano de perspectivas que llamamos Noticias?
Podemos; o no podemos…
Hay algo inexplicable en compartir tu visión del mundo. Desde que era un chaval quería escribir y publicar pero las oportunidades, mis decisiones y la veredita que cogí no me llevaron por ahí.
ResponderBorrarAhora, la blogosfera me da esa oportunidad. Yo la cojo, la disfruto, en ocasiones la sufro, pero siempre la vivo con intensidad.
Me gustó la manera en que lo ves.
Un abrazo!!!