
Llena tu cuerpo con las caricias de mis labios,
que ansiosos y errantes,
se descubren y te conocen; te sienten,
se dejan seducir por tu sensibilidad visible;
por tu color y calor,
y por tus matices.
Llena tu cuerpo de mi nombre.
Pronúnciame en tu piel
que yo sabré hacerme sentir al llamado.
Pronúnciame al pensar y con el pensamiento;
con el prófugo aliento,
con el clamor adelante del plácido ser.
Pronúnciame y sentirás mis voces
con sus momentos de aliento y de deseo.
Pronúnciame;
y nos verás amaneciendo...
Llena tu cuerpo con los versos
y las coplas del susurro de todos nuestros tiempos…