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domingo, 3 de febrero de 2013

Del desvelo…





Una mañana una rutina, unas ganas de amanecer con sueños. La noche vino con luna pero sin regalos. Era domingo y la voluntad sentía cansancio. El insomnio hizo una visita, había cierta angustia por la cual dejar abiertos los ojos a la oscuridad…

Una ventana unas bocanadas. El humo era el pincel de los suspiros. Hubo imágenes pero el viento se vestía de tos. Unos cuantos pasos sin rumbo y de nuevo la cama. Plegarias a gritos, en silencio; por supuesto. Ciertamente el tiempo no se detuvo, pero no tiene ganas qué secuestrar…

Salió el sol y entró el baño: la lluvia en casa para empezar un final. Un nuevo comienzo…

jueves, 27 de septiembre de 2012

Entonces por qué me mira. Porque tú también has de callar…


La manía de buscar peores, para bien hacer justo a lo malo, suele formarnos conformes. Una bella persona se dice cuando se le ha de ver fea por fuera. Obviamente no refleja su belleza interior. Así dicen y así nos justificamos, el pasado referencial en el que se tabica la conveniencia. Una mujer me miraba y en su mirada me decía tanto, mucho: supe que no era joven ni por dentro, supe que ha pasado tiempo, supe que la consideraban una bella persona. ¡Yo qué podía hacer! Ser testigo y cómplice al callar y sonreír, porque la omisión era la única acción que podía ejecutar, y no por las apariencias, a mí también me dicen bella persona, pero ese no era el tema, ni la voz del mensaje, era la sonrisa respuesta; otros temas se han de reponer y deponer. Un chiste ajeno tomaba el lugar del diálogo, ahora el rictus era por cortesía. Seguimos con el mensaje y sus tantas claves. ¿Le puedo ofrecer algo? Si, pero no tengo hambre, sed, ni ganas. Yo no sé bailar esta tonada. No quiero bailar. Entonces por qué me mira. Porque tú también has de callar. La llamé aparte, pero sin qué decir ni contar. Es muy cómico esto, tan joven y tan cansado. No sé entenderle. Claro, no estamos hablando de lo que nos dijimos callando. Vamos a sonreír entonces. Mejor, vamos a reírnos del chiste, que todavía no ha terminado…

martes, 28 de agosto de 2012

De importancia, de importación…



Suelen verse los pliegues del tiempo. Digamos que, el paredón de la vida alberga grietas para las hormigas. La gente comenta a voces y ecos, venían dos personas que se reían; yo les sonreía para que se pusieran serias, es una reacción normal cuando no eres parte de su alegría. Algo parecido pasa con las frases; con los pasos: se camina de rodillas teniendo buenos zapatos, te levantas porque no quieres una mano sino un cuerpo, ese cuerpo; esa voz que no te habla ni alguna mueca te regala. Para ti y para mí ya no hay nosotros: nos conjugamos en destiempos y en distintas personas. Yo sigo de rodillas y tú no has podido levantarte; no es así este arte. El silencio ya ha hecho mucho ruido, son profundas nuestras superficies y nos sabemos saberlo. Nadie sabe, nada sabe, urgen nuevos paladares cuando no hay culpa qué evocar. ¡Cómo nos importan soledades!




“La importancia es el respeto de los necios, el asombro de los niños, la envidia de los ricos y el desprecio del sabio…” Barnave

lunes, 18 de junio de 2012

Destilo obseso y decantador



Brindas al olvido para instilar sabores del recuerdo. Sin instar se le insiste al presente y este no absuelve por creer sorberse; así nos embriagamos y lentificamos instancias. Vienen los mañanas, la tranquilidad inquietante, las ganas de escapársele al deber y terminar incumpliéndose para cumplir con el resto; ese que juzga por el valor empréstito. Tanto nos destilamos por obsesos…

jueves, 24 de mayo de 2012

Circunstancia




Nos sentamos para conversar y versando no lo dijiste sino que hablando lo insinuaste; se expresaron tus labios, mirabas mientras yo veía. Imaginaba, imaginabas. Hice un lienzo de tu cuerpo, hice un pincel de mis labios, empezaba y comenzaba, comenzabas y empezabas; me acariciabas; me dejaste el traje apropiado, sabía qué querías conocer y qué querías dejarle al misterio. El silencio hablaba y el roce celebraba; vamos a tomarnos de la circunstancia. Había fuerza, pero era suave, había nervios pero no se aseguraban. Fuimos del Ser y del Estar, del instante; del contexto. Seguimos conversando, yo versaba en mi ficción y tu palabreabas la realidad. Si Usted quiere puede dar un precio. Yo quiero el aprecio que no puedes dar. Me llama cuando tenga una mejor propuesta. En llamas tengo el alma puesta. Hasta luego. Luego hasta que alguna vez…