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Iris
es una bella universitaria la cual hizo un buen grupo de estudio junto a
Francisco y a Gisela. Empezaron juntarse cuando se dieron cuenta que coincidían
en libros, música y películas, les gustaba citarse entre personajes. Para
febrero del dos mil catorce suspendieron las clases, por lo que decidieron
darle rienda suelta al trabajo que se habían planteado como proyecto de grado
mientras el país salía de su confusión. Francisco es de los que gusta la
protesta, pero decidió no unirse cuando supo – aunque de segunda mano – que el
dueño de la universidad tiene vínculos bastante estrechos con personas
importantes cuyo protagonismo en la confusión es notorio. De hecho, eso le dio
un impulso interesante al trabajo que se propuso hacer con las chicas: por qué
nos quejamos, por las medidas económicas, por la inseguridad, por la
oportunidad de empleo, por qué. Cuál es la causa principal que nos cuestionamos
como estudiantes: pagamos por asistir a clases, las clases se suspenden más no
se suspende la paga. Si jugamos a los silogismos pudiéramos plantear – y vale
para el trabajo – que nuestro título, acotando que no tenemos empleo aún, es
patrocinado por nuestros padres ya que son éstos los que pagan nuestras
matrículas, a crédito, porque estudiar no es barato, entonces, al seguir
cumpliendo con la universidad y al nosotros no asistir a ésta, nuestros padres,
por ende, financian la protesta, así que no me sumo... Algo así se le escuchó a
Francisco. Gisela tampoco fue a protestar, pero su motivo era otro: para ser
adultos hay que tener contactos, contactos que podamos llamar amigos, y no hay
mejor lugar para eso en el joven que una universidad, el día de mañana seremos
una prolongación de nuestros padres, seremos, digamos, embajadores de la
familia y la familia crecerá; muchos años atrás la gente hacía eso con los
matrimonios, de casamiento en casamiento una plebeya se metía en la corte de un
rey, tenía un hijo de éste y la familia, poco a poco se iba acomodando, de don
nadie pasaban a tener algún título nobiliario, y ya con uno de estos pues,
codearse con la élite de aquellos tiempos… hoy no hay monarquía, pero estoy
casi segura que lo noble se nos viene a la cabeza con lo universitario, para sí
y para la familia… Iris, Iris tenía otras cosas en la mente: qué es eso que
llamamos vacío, y por qué exactamente es que tenemos que llenarlo, al fin y al
cabo, no son acaso preocupaciones colectivas – y repetidas – las que dejamos
que nos afecten, el hambre de por allá, la injusticia de por ahí… quién
exactamente se proclama feliz de lo que tiene y dice: hasta aquí está bien, no
me hace falta más… por qué nos tiene que hacer falta algo, por qué es que quiero
tener esto o aquello, por qué salgo con éste o por qué dejé de salir con aquél…
quién nos grabó la idea de que tenemos que buscar la felicidad más allá de
nuestro propio cuerpo, es más, por qué la felicidad es algo que hay que buscar
y no algo que no uno produzca, como el sudor o la mierda, como las lagañas o
los mocos; como los gases que salen por la boca, o por el ano… la tristeza, la
rabia, ellas sí tienen sentido: nos son causadas; y cuando se dice que las
buscamos no lo hacemos conscientemente, pero eso, eso de qué: debes ser feliz,
debes hacer algo que te haga feliz, eso de verdad no lo entiendo… quizás por
eso pruebo: aquí, allá, con esto, con eso… y quizás, también, por eso no
protesto…
Escribí unos cuantos pensares pensados a
través de diez personajes, lo llamé Per
se. Lo llamé así por su significado, o más bien por su uso (en sí) El texto
completo está disponible en el siguiente enlace:
Si gustan, pueden acceder a él de forma
gratuita aquí:
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