Alguien dijo que las
palabras escritas fueron suspiros que se tuvieron que ahogar en el silencio.
Claro que no debe aplicar para todo, pero sí, es posible; es posible que un
deseo sin confesar haya yacido entre unas cuantas letras: no quisimos decirlo,
nos grita y nos grita desde el pensamiento, nos enfermamos (de una u otra
forma) hasta que lo plasmamos y, digamos, logramos mitigar el motivo: el mar y
tú cuando no hablas (el maremoto y tú cuando no callas)
Alguien dijo también
que el exceso de sinceridad era otra forma de hipocresía: lo digo porque puedo,
porque no tengo pelos en la lengua… yo tampoco los tengo, en otros lugares sí; por
supuesto. Pero cuando sabemos que tenemos dagas, en lugar de palabras, sabemos
también que no podemos decir lo que no podrá revertirse, entonces nos ahogamos…
pero… nademos un poco: a ver, el abuso de la palabra para decir lo que no
quiere ser escuchado responde, y aquí viene el delirio, a un tema de consumo, y
de oportunidades, por el mero hecho de que nos sentimos atacados…
Vi decir a alguien que
estaba enfermo, vi también que no tenía ganas de sanar, vi cómo emitía juicios,
y todos partían de su falta para consumir… así pues, ésta persona que ve a
otros comprar puede bifurcarse en un obvio par de situaciones: progresar para
también consumir o, envidiar a través del descrédito, para poder criticar al
que progresa… puede resultar lamentable, sí, (alguien lo dijo y también lo vi)
que el progreso se base en el consumo, y entiendo que si esto es una premisa va
devengar múltiples vicios (vicios que se creerán virtudes) Pero quien no está acostumbrado a producir
difícilmente entenderá la diferencia entre invertir y gastar… juzguemos al
gasto entonces, y entonces nos dirán envidiosos… progresemos, ¿gastando mejor?
¿Y entonces? Bueno, entonces seguimos escribiendo…
Me encantó, me parece una muy buena reflexión. Excelente escrito... Gracias por compartirlo.
ResponderBorrarPara mí es un honor hacerlo... Gracias a ti
BorrarSaludos en letras
Genial. Muy profundo.
ResponderBorrarMuchas gracias. Bienvenido siempre...
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