Brindas al olvido para instilar sabores del
recuerdo. Sin instar se le insiste al presente y este no absuelve por creer
sorberse; así nos embriagamos y lentificamos instancias. Vienen los mañanas, la
tranquilidad inquietante, las ganas de escapársele al deber y terminar
incumpliéndose para cumplir con el resto; ese que juzga por el valor empréstito.
Tanto nos destilamos por obsesos…