…sabemos
que no interesamos cuando la emoción que reflejamos en el rostro; producto de
lo que estamos por compartir, produce una cierta molestia en quien queríamos como
parte de ese momento: de esa anécdota… eso nos lleva a varios puntos. En el
caso de este delirio; a dos: si lo vemos desde el emocionado que comparte, pero
con algo de empatía en el molesto que percibe; podemos decir que esa intención
al compartir no es más que una búsqueda en dónde poder descansar la soberbia,
es decir, quizás la alegría, o la tristeza; o lo que sea que el emocionado
expresa, no sea del todo verdadera, cosa que al molesto obviamente le molesta, y no ha de poderlo ocultar…
Ahora
bien, la soberbia juega en ambos sentidos; y en una sociedad donde el esfuerzo
sufre de cansancio, donde el mérito no se merece; la envidia tiene que regir: la
falta de empatía; que más que una patología es quizás una idiosincrasia: no creo porque creas, pero podría creer
cuando me convenga… el molesto, molesto está porque la emoción viene del
otro, y por supuesto; al oír a éste, en lo absoluto ha de sentirse parte… al
final no sabemos de qué lado se pone la soberbia, como tampoco sabemos dónde se
encuentra la empatía… es posible, a lo mejor, que cuando el esfuerzo se consiga
con el mérito la emoción no moleste y así ése compartir pueda empezar a
interesar…