Mostrando las entradas con la etiqueta ensayo. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta ensayo. Mostrar todas las entradas

viernes, 23 de marzo de 2012

Veinte años pensados en veinte minutos trillados…



Hay tragos que invocan momentos y evocan ganas, entre las tantas mencionables, las de hablar. Una amiga que estudió me decía mientras estudiaba, los tantos argumentos aprendidos para encontrar profundidad y banalidad en el ser de las personas. Yo la escuchaba, asentía como mueca social más común que la de la sonrisa, desentendía por no encontrarme cómo diferir…

Hoy, ya ausente de los tragos, recuerdo, –es parte de los veinte minutos- jugamos con los términos: banal como sinónimo de superficial y profundo; ya muy profundo y al fondo está. Como decía –digo, escribo- superficialmente profundo más profundamente superficial, lo escribo, lo digo. Somos se lee igual de ambos lados, las palabras de mar tan juiciosas también son palíndromos intencionales, son lo mismo, no existe diferencia, al menos yo no la encuentro. El fondo en la gente y en las cosas, viene dado por otros factores en los que el tiempo está implicado y a veces invitado. En el caso de la personalidad, podría llamarse a la experiencia, que se luce cuando se viste de tiempo.

Hace veinte años se usaba el cassette, el walkman, se usaba un lápiz para rebobinar a fin de no gastar las baterías. Tener dos VHS era una especie de excentricidad, como también lo podía ser comprar una cinta virgen para grabar algún video alquilado. Musicalmente la vanguardia la tenían las emisoras radiales regionales, los locutores eran tan famosos como un animador de la televisión. Luego llegó el cable, llegó el canal de videos, el de series, el de programas de farándula internacional y claro; el pornográfico. Ya estábamos más adelantados que la radio. Llegó el internet, el correo electrónico, Napster de pionero y todos sus secundarios. El servicio militar era obligatorio, cumplir la mayoría de edad era el inicio del riesgo; un pariente en las fuerzas armadas se convertía en un salvador: la ayuda para obtener ese carnet con el que se suponía la recluta no te iba a reclutar. La ley de vagos y maleantes, constitucional hasta metras. El miedo masculino de haber olvidado la cédula. Los cines independientes y no de franquicias ni cadenas. Todo está extinto, para bien y para mal, pero lo expuesto ya no es comprensible. Descargar es una palabra que olvidó sus anteriores significados. Quien llega a la mayoridad hoy en día, quien adquiere conocimientos teóricos sin práctica, te habla, más poco te dice, pues su profundidad, asumiendo que tal cosa exista, se basa en referencias y no en vivencias. Entonces al usar el somos, para lo banal y lo profundo en alguien, hay terminar usándolo en nadie, porque de profundidades y superficies sabe más el mar

Vale acotar, descargar no es el único término con amnesia. A la Historia no la voy ni a tocar; no estaba en los veinte minutos, yo también sufro de amnesia al recordar…

Saludos en letras

jueves, 22 de septiembre de 2011

Personas, hoy, todavía le creen y lo creen todavía…




Hubo un tiempo en el que se creía que la melodía era el idioma del sentimiento. Se pensaba que los acordes eran las palabras y en armonías yacía la gramática. Consideraban la composición una especie de manifestación divina a través del humano. Algo parecido a los milagros. La música tomaba el lugar de las palabras, de las acciones y del momento…


Gente sonreía al cantar y cantaban después del sexo; habían canciones para los recuerdos y para los siempre tormentos. Se llegaron a ofrecer tonadas a la rabia y a las peleas. La muerte; la muerte también fue tema de cuerdas, teclas y acordes…


La música, como el amor; llegó a pensarse regalo de Dios y de Dioses. Se le sentía sobre las hojas durante el rocío, en la brisa que visita a los bosques, en la fauna y la flora; en el pie desnudo que acaricia la humedad de la tierra; en sonrisas, miradas, caricias, besos de labios y besos de cuerpos. Se le escuchaba al Sol de despedida y a la Luna y sus visitas. Se le vivía en las estrellas y se le brindaba; mucho se le brindaba…




Personas, hoy, todavía le creen y lo creen todavía…

martes, 16 de marzo de 2010

Monitorear y Regular


Mientras orquestaba la sinfonía de pasos que me guían hacia la guarida, dos verbos, si se les puede llamar así, bailaban al suave compás de una canción de amor en mi subversiva conciencia: Monitorear y Regular, los cuales han venido siendo objeto de innumerables planteamientos en nuestra sociedad políticamente bipolar.

Sin ánimos de fijar posición alguna respecto al dilema, ya que estamos en pleno y absoluto conocimiento de que la Superautopista de Información (ocio y horror) ha venido fungiendo de albergue para nuestros más preciados demonios internos (hecho del que sentimos cierta adicción); no tienen cabida tales acciones dentro de nuestro habitual uso de la herramienta.

Pero pensemos por un momento que llegue a ser así; que tengamos que navegar bajo la sombra de estas palabras de acción. Visualicemos un instante que el sentido del tacto, el cual se anima a la razón de nuestros dedos formando palabras del pensamiento, se vean propensos a detenerse por no incurrir en falta alguna. De ser así, nos veremos obligados a engrandecer y afilar nuestra prosa y poesía, avocándonos a una sublime retórica para transmitir información y desahogo. Protestar y criticar sería un arte, y al ente supervisor no le quedaría otra que leernos y analizarnos una y otra vez, hasta dar con lo violento de nuestro sentir humano…




Sin embargo,
confieso:

Ojalá la medida no nos llegue a afectar tanto.


Saludos en letras