Suelen verse los pliegues del tiempo. Digamos
que, el paredón de la vida alberga grietas para las hormigas. La gente comenta
a voces y ecos, venían dos personas que se reían; yo les sonreía para que se
pusieran serias, es una reacción normal cuando no eres parte de su alegría.
Algo parecido pasa con las frases; con los pasos: se camina de rodillas
teniendo buenos zapatos, te levantas porque no quieres una mano sino un cuerpo,
ese cuerpo; esa voz que no te habla
ni alguna mueca te regala. Para ti y para mí ya no hay nosotros: nos conjugamos
en destiempos y en distintas
personas. Yo sigo de rodillas y tú no has podido levantarte; no es así este
arte. El silencio ya ha hecho mucho ruido, son profundas nuestras superficies y
nos sabemos saberlo. Nadie sabe, nada sabe, urgen nuevos paladares cuando no
hay culpa qué evocar. ¡Cómo nos importan soledades!
“La importancia es el
respeto de los necios, el asombro de los niños, la envidia de los ricos y el
desprecio del sabio…”
Barnave
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