Si tan solo pudiera cambiarte no sólo el arte
cambiaría, sino que nos haríamos al sernos y al vernos nos habríamos de
realizar. Así pensaba el alma sin templo y así predicaba el viento los momentos.
Quería saber del cosmos pero más supe del miedo. Quería pensar que podía
provocarte. Te saludé y me contestaste, esta vez no quise imaginarte; tú no
imaginas cuánto ha viajado tu nombre a ojos cerrados y corazón abierto: suele olvidarse
cómo aprender a usar este cuerpo. Puedo caminar y caminarme los sueños, al fin
y al cabo no llevan rostros los gestos. Siempre pensé que tú eras las voces,
pero también recordé lo tanto que pienso tus labios; cuánto lo imaginé, cuánto
quise sentir de tus besos, cuánto quise deseos en tu piel: suele olvidarse cómo
aprender a usar este cuerpo…