Un amanecer gris arropa a unos
cuantos sueños que se niegan a vestirse con la realidad. Nos quedamos con las
cenizas de las cartas mientras vimos como la luna se adornaba con los globos. Ese
día hubo más luz de noche, los astros y los santos saludaban las despedidas. Empezó
el prometedor gesto de hacer promesas; no sin antes revisar algunas cuentas:
empezamos a descontarnos; ahora como que están de moda las máscaras de
angustia. Todos parecen saber pero sé que no lo saben, por eso creen y
decrecen. Así empezamos; el azul había sido alegre, la rutina llama en cada
alarma despertador…
No obstante, la esperanza es
rebelde…