No vale un centavo una pregunta de cincuenta
mil lochas cuando se le desestima con ocho cuartos. Ocho cuartos dijiste sin el
dos que dejaste: así vale lo valorado. Barato que abunda pero a cada quien le
toca caro; costoso quizás por pagarlo sin cumplirlo, no obstante; lo buscamos.
Lo encontramos en respuestas falsas, ciertamente, ya abunda la incertidumbre en
venta; nadie hace la pregunta nueva por creerse antigua y obsoleta: nos hemos
visto vastos de repetidoras y repetideras.
Ayer te hallé y Ay porque no hay: hubo sin haber. Pasó; y eso que antes no
pasaba: pesaba tanto y el tinto nos manchaba, no, no te marchaste, y no por
querer quedarte; sino para poder quererte y nuevamente te quejaste…
¡Qué reencuentro ni qué ocho cuartos!