El tráfico de autopista y la distancia hacia el destino me han permitido llevar el volante con la derecha, mientras enrumbo un cigarrillo a mis labios con la izquierda…
El viento y la temperatura juegan juntos el partido del momento, por lo que me siento suficientemente fresco para andar con los vidrios abajo y para encender, con la misma izquierda; el cigarrillo que ya yace entre mis labios…
Empieza el recital, la sinfonía: mi vista que sin saber, busca. Mi derecha, que va tanteando el placer del manejo a través de la textura del volante. El reproductor del carro: con acordes y coral. Mis bocanadas; que se presentan en suspiros y van pretendiendo dirigir al tiempo y a los mencionados elementos…
A veces los carros juegan carros; y entre bocinas y velocidades, la sacudida de la ceniza que aun no se despide de su nicotina; busca morir sobre mi abdomen en lugar del suicidio sobre la carretera. Así; los restos del cigarrillo apagan su susto ardiente del escape del viento verdugo…
Buscan la fusión con la tela, con la vestimenta; y ésta, al negarse; se inmola, dejando así un orificio que concede el permiso de que mi piel sea vista. Lo que acarrea, por razones sociales y de estética impuesta: que declare inusable mi favorita franela…
El viento y la temperatura juegan juntos el partido del momento, por lo que me siento suficientemente fresco para andar con los vidrios abajo y para encender, con la misma izquierda; el cigarrillo que ya yace entre mis labios…
Empieza el recital, la sinfonía: mi vista que sin saber, busca. Mi derecha, que va tanteando el placer del manejo a través de la textura del volante. El reproductor del carro: con acordes y coral. Mis bocanadas; que se presentan en suspiros y van pretendiendo dirigir al tiempo y a los mencionados elementos…
A veces los carros juegan carros; y entre bocinas y velocidades, la sacudida de la ceniza que aun no se despide de su nicotina; busca morir sobre mi abdomen en lugar del suicidio sobre la carretera. Así; los restos del cigarrillo apagan su susto ardiente del escape del viento verdugo…
Buscan la fusión con la tela, con la vestimenta; y ésta, al negarse; se inmola, dejando así un orificio que concede el permiso de que mi piel sea vista. Lo que acarrea, por razones sociales y de estética impuesta: que declare inusable mi favorita franela…
En las letras, en un momento cualquiera; así como en la vida: las convicciones juegan juntas y se divierten con sinfonías…