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lunes, 1 de abril de 2013

Broder (Bis)



"La Vanidad,
sin duda,
es mi pecado favorito"
Al Pacino
en el Abogado del Diablo.

Mucha gente de forma indirecta rinde culto al Escándalo como vía hacia la popularidad; sea por hablar de uno o ser parte de otro. Se absuelve la vanidad con el volumen para combatir al ruido de la moralidad. Los hechos y los mitos ahora son relativos. Quizás esto funja de vitamina para la opinión, pues no saber sirve para quejarse y lo moralmente incorrecto sirve para opinar. Sin embargo, y a esto vengo: no veo el incentivo a lo correcto. A la gente que hace las cosas moralmente buenas no se le premia, incluso en las religiones da más morbo perdonar al pecador. Hacer el bien no está de moda si no existe una tendencia, popularizada, que nos haga parte de una élite cuyos actos puedan difundirse. Parece que no tiene mucha gracia agradecer si el agradecimiento no se divulga como acto de vanidad. Ayudar en secreto, en silencio; hay que decirlo, si no; no tiene gracia…
¿Qué es lo correcto entonces, si es con el escándalo que se acaricia la popularidad?
¿Quién no busca arroparse en sábanas de vanidad ante tanto frío de anonimato?