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lunes, 9 de julio de 2012

¿De qué se burlan?



El rostro en ocasiones, puede llegar a albergar la naturaleza de los instintos con simples gestos en la forma de mirar. Place mucho al espectador de quien habla lo que no sabe, el hecho de, por saber más que el mismo, creerse saber mucho más…


La típica presentación en un aula de clases; para la que no se estudia al exponer y para la que no se aprende al escuchar: para evitarle al profesor el fastidio de explicar. Suda el ponente, titubea, se tabica en todas las muletillas que conoce, mal pronuncia, lee; no entiende, lee de nuevo, se le enreda la lengua, camina a un lado; al otro, mira; busca con la mirada, busca apoyo; una sonrisa que calme, una mueca solidaria. El profesor, como parte de la audiencia, se entretiene con su móvil, interrumpe; pregunta lo que ya sabe y lo que sabe también que el expositor no sabe, un método pedagógico; sonríe, pero sin solidaridad. Llegan las caras restantes: el que ahora es que le falta, el que cree congraciarse por saber un par de cosas; ese, esa; esos que se encuentran con otros y con otros; se burlan, al parecer. ¿De qué se burlan?

lunes, 14 de mayo de 2012

La verdá por la verdad…




Salimos a vivir a fondo en las horas pico. Es inevitable tener que tener: la costumbre nos apropia y obliga; es el vínculo del así es. Unos cuantos días autopista, otro recordatorio: gente siempre al frente para no acelerar y gente a las espaldas esperando que te apartes. Tú hacías de buen oyente y yo del mal hablante, era difícil comerme las muletillas, la sinceridad cuando no estropea la boca estropea la cara. No obstante, del así es me apoyaba, improvisaba, hacía el esfuerzo por pronunciar últimas consonantes, darle tregua al gagueo; ganar unos segundos para acomodar la lengua: la verdá por la verdad y un silencio más…


Te tocaba responder y primero callaste para decirme que me equivocaba. Los silencios no funcionan al fruncir miradas, son sólo un insulto más, más amplio por más abstracto y por falta de frases. Hablaste. Como siempre inentendible, estirando las vocales del medio para emular esa razón tan propia del cartón. Nunca te ha servido para confrontar tormentas, al final siempre va a llover. El problema nunca ha sido darse cuenta, sino darse cuenta al cuento y entrar en la ilusión del reclamo. Nadie asimila la verdad ajena, a veces, por conveniencia o por convención, se tolera; pero eso es otra cosa: la verdá por la verdad y un silencio más…