El trasplante de conciencia presunta, por
presunta experiencia, presenta complicaciones para quien la percepción le nada
en medio de un océano de confusiones convenientes. Un dilema entre oír y
escuchar para ver a qué clase de intruso se le da cabida en la razón
apasionada. Muchos nos endeudamos al pedir préstamos de pensares, para
pensarnos así colectivas excusas; el interés se bebe en tazas grandes a tasas
altas. Quizás sólo queremos desahogarnos, pero se nos olvida recordar que la
orilla está lejos. Aquí es cuando el criterio es bote y unos cuantos libros
bien hacen de remos y nos hacemos remar. Es de noche, pero nos queda la luna y
sus estrellas, imaginar no está de sobra, vivir también es soñar. Por ahora,
hay que sobrevivir y respetar también al mar…