Se toman del abrazo fuerte, lazos sienten que revitaliza el Credo, para consumar y también consumir al deseo de los cuerpos. Se escriben en la piel: con el sentir y el sentimiento, con vidas que han vivido y con los besos de los tiempos. Coinciden; la melodía es momento, el aroma: calor, dulce como tormento. Los suspiros son artistas de pinceles, y no dejan de dibujar sonrisas; se procuran así la certeza para acompañarse al anhelo. Descansan los amantes y sellan juramentos, se prometen y comprometen con el testigo del viento…
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