Se nos pretende conglomerados, de
ahí la opinión y sus aciertos para hablar del fracaso. ¿Fue acaso una
coincidencia? No sé si son incidencias, pero el gusto es gasto cuando en la
igualdad se busca la diferencia. Indiferentes, por ser y no estar y estar y no
ser: así nos quieren; un pretexto que no excusa pero sí adoctrina. Aprendemos;
cada día, las certezas no se venden buenas cuando la creencia confunde y
también convence. ¡Seguimos hablando providencias! Porque las estimamos al
desconocerlas y las conocemos al desestimarlas. Obedecemos, como el rebelde que
no revela, como la vela que se consume cuando le suspiran de cerca. Una caricia
basta para construir una verdad que no se piensa, pues es en el sentir donde
yacen la mayoría de las respuestas. Todo se transfigura bien por lo mal y por
malo lo bueno. La intención no será absuelta, son rentables las agonías
impuestas…
Vale una pasada por el resto del
contenido anteriormente citado; ¿qué no es la transfiguración la palabra que explica
lo que nos está pasando?
En ocasiones es mejor la elocuencia del silencio, que la elocuencia de las palabras.
ResponderBorrarEn otra entrega escribí que "callar es otra forma de protestar"
BorrarQuizás, por qué no, la elocuencia de las palabras estriba en los verbos, pero falta saber qué tanta acción hay en los mismos ;-)
Gracias por ésta huella
Saludos en letras