lunes, 22 de marzo de 2010

Algunas veces no estamos solos


En un conteo infinito e incesante de pasos y pisadas, miradas al cielo y suspiros al suelo, podría resultar importante tomarse unos cuantos sorbos de tiempo como persona sedienta que todavía no llega al bebedero.

Justo en ese momento, pudiésemos caer en cuenta de la simetría con que se producen los movimientos de cada uno de nosotros:

Un roce de labios bañado con una sonrisa, podría estar ocurriendo simultáneamente en distintos puntos del mapamundi, ese con el que las naciones se tocan con un dedo y algunas ni siquiera sobrepasan el pulgar.

Las palmas unidas a la razón de una plegaria, podrían estar emanando de millones de almas que rezan a la esperanza.

Quien duerme en pareja, podría estar haciendo el amor.

Aquellos solitarios, pudiesen estar cabizbajos; amando en el silencio del monólogo de sus almas cuyos lamentos podrían concurrir.


Por eso,
algunas veces,
no necesariamente,
tenemos que estar solos…

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