Existe una extraña tendencia en la evolución humana de buscar constantemente y en cualquier rincón social, el placer de la autodestrucción. Un culto bizarro y de muchos recurrente, con el que se pretende llenar alguna inexplicable carencia que produce el hecho de vivir.
Hacernos daño y desarrollar nuevos mecanismos para ello, por encima de titularnos masoquistas, representa unión entre los eslabones Deber, Tristeza, Felicidad y Preocupación; los cuales, por así decirlo, componen la cadena que cada uno lleva entre el cuerpo y el alma.
El detalle se encuentra en la doble moral del entorno, la cual tiende a disfrazarse de Legalidad; y precisamente en esta última pienso, al recordar aquello que llaman Propiedad Privada. Por lo que entiendo, o quiero ver así: cada Templo es imposible de ser usurpado, nace y muere con un solo habitante; con un alma solamente.
Es lo que yo llamo adicción al sufrimiento..y necesita sus dosis para vivir. Hasta que descubres que eso no te conduce a nada y que tú eres el único resposable de lo que haces con tu vida.
ResponderBorrarUn abrazo.
La autodestrucción y la depresión son una invención humana que explica la grandeza y complejidad de nuestra especie. El suicidio, como expresión extrema, es una de las acciones que nos difrencian de los animales. Aunque también es cierto que ellos no saben hacer helados o tocar un móvil con pantalla táctil.
ResponderBorrarSAludos,
VD