lunes, 31 de enero de 2011

Nada mal para quién no piensa bien…


El pensar propio; el apropiadamente inducido. Puede cubrirse, puede decorarse; puede rodearse de la dignidad de bajo esfuerzo, de poco costo; de la misma que se exhibe en el ejercicio de dar limosna, especialmente cuando se trata de ayudar…


Y de ayudar se trata cuando de soberbia se habla. Cuando la contribución almuerza propaganda…


Esa misma dignidad, de hace pocas líneas, me hace persona crítica; crítica de la crítica, para que no osen en mancharme con la adversidad. Con esa, la última: me autoproclamo político de la política; al igual que seguidor de seguidos…


Nada mal para quién no piensa bien…

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