miércoles, 4 de agosto de 2010

La belleza, el silencio y los pensamientos


Improvisado el concurso para el anhelado premio: quince minutos de texto. Le hago trampa al deber y a la máscara de ingenuidad para apropiármelos, el bolígrafo inquieto en la oscuridad del bolso, se retuerce al escuchar la ansiedad del llamado de mis dedos.


Un par de disparos al entorno devienen de mi vista para la búsqueda de inspiración, dos o tres paseos de lentas pisadas para remover algunos recuerdos; para establecer enlaces que estimulen el gusto y humedezcan mis labios a ojos cerrados.



Sorbos de cafeína para los inevitables parpadeos…



Otro nuevo intento en el ejercicio de observar, esta vez apuntando al suelo para encontrar esos pies de mujeres, los que me hacen citar un pensar básico, impuro y de doble moral, así aprovecho y doy razón del calor de mi cuerpo. Alzo la cabeza, como quien busca un ave perdida en las nubes del cielo; y de esta manera, concatenar…



¡No me basta el premio! demasiada rutina y demasiados pensamientos. Además, llegó la hora de incorporarme y alejarme de este intento de texto.



De regreso al silencio, a la timidez; al “pasar desapercibido.”

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