viernes, 14 de septiembre de 2012

Digamos me hace falta tiempo sin tiempo…




Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra
o ya no saben qué hacer con él
tiempo en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color cándido tiempo
que yo no puedo abrir y cerrar como una puerta

tiempo para mirar un árbol
un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo
el necesario para chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme en el canto de un gallo
y para reaparecer en un relincho
y para estar al día para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.



Mario Benedetti (14 de septiembre 1920 – 17 de mayo 2009) 

“Yo soy enemigo de la inflación palabraria y me parece que el dolor se dice callando…” Eduardo Galeano frente a cámaras, al hablar de la muerte de Benedetti.
 


jueves, 6 de septiembre de 2012

Vendarse y venderse…


Sucumbir debería ser un tema de disposición y no de presión; hay mucha alegría enferma para saludables deprimidos. Vendarse y venderse, para horas ahorrar y orar ahora. Es interno el veneno que degrada silencios a verbos, por eso el pasto y el habla: paja; que se consume, que oculta las agujas para pincharnos y sabernos despiertos. Mucho sano es tóxico por antonomasia tal como la abstención: culpable por inocente









Saludos a los panas de SaneToxic

viernes, 31 de agosto de 2012

De mis absurdos y abstractos…



Hay una actividad un tanto recurrente en aquellos que ven televisión, y es la de cambiar canales una y otra vez sin búsqueda específica aparente: más canales, más cambios. No me excluyo, y a eso vengo; suelo detenerme un rato en los de cocina, platillos; su elaboración. No cocino en lo absoluto, pero hay algo que me hace dejar el control remoto y mis dedos en reposo. Veo…


Pienso, imagino. La mente debe ser una especie de cocina y los argumentos, como resultado del ejercicio de pensar, una especie de platillos logrados a base de palabras, hechos, cocción y aderezos. Uno es el chef de sus ideas frente a una transmisión y algún medio (de comunicación, claro)


Como persona dada al arte culinario del pensamiento, uno va explicando lo que va haciendo con sus palabras, con sus recuerdos, lo que se tiene previamente listo por falta de tiempo. Sal y pimienta, aceite de oliva; hervir, freír, cortar y picar mientras se habla, un paréntesis para evocar. Oler y explicar. Describir, adornar. Pensar tiene su arte: hay palabras que dan alergia, no toda idea buena puede ser probada por todos. Siempre habrá preferencias. Un chef no llora al picar la cebolla, hay quienes logran armar sus frases sin lágrimas. Más de uno no soporta la cebolla. Muchos prefieren la comida rápida, no todos queremos pensar bien lo que vamos a decir al final. La satisfacción no es absoluta, habrá que tener un postre a la mano: frases dulces para el previo picante. Un buen vino, el maridaje. Marinado todo es muy rico, a veces con cremas y otras con vinagre. Buena comida y buen pensar; relativo, como todo…