La palabra escrita tiene algo de impresionante; resulta más conducente
al autoanálisis, y mi confesión tendrá más estilo.
Por otra parte, es posible que el proceso mismo de escribir me alivie un tanto.
Hoy, por ejemplo, me oprime en forma especial un viejo recuerdo.
Me volvió con claridad hace unos días, y desde entonces ha sido como una
melodía exasperante, que no puedo sacarme de la cabeza. Pero debo liberarme de
él. Tengo centenares de recuerdos por el estilo, y de vez en cuando uno de
ellos se destaca de la masa y empieza a atormentarme. Siento que si lo escribo,
lo eliminaré. ¿Por qué no intentarlo?
Fragmento
de Memorias del hombre del subsuelo
Fyodor
Mikhailovich Dostoyevsky