Como quien maneja en carreteras de doble vía y múltiples destinos, se sienten las muecas y los gestos fugaces. Se navega a diario por los rostros y sus expresiones, sobre los mares de las calles y los puertos del día a día. Se escuchan los acordes que forman la concurrencia de voces; el crescendo, sus solistas y coros que a veces coinciden y otras desentonan…
Las palabras se aprovechan del evento y los pensamientos juegan al salto de mente en mente, esos que nos cambian los momentos; como cuando se camina hablando solo, o cantando; y de repente: nos topamos con una sonrisa que nos alegra día, o simplemente nos tropezamos y nos toca disculparnos…
Es en circunstancias así donde algunas letras, vestidas de palabras escritas, rompen la sinfonía y se infiltran en la rutina: cuando nos es entregado el panfleto que no deseamos, cuando los grandes titulares atacan nuestras verdades de anoche, o del antes; o cuando las paredes son un medio de expresión, sea protesta o alabanza…
De esta manera, el tiempo, director de esta orquesta, dirige y nos dirige; sin aplausos, pero a veces, con buenos gestos y buenos ratos…