Cuatro paredes con un par de puertas y dos ventiladores de techo, fungen de escenario para la concurrencia de pasos en reposo. Estos, vestidos de zapatos y sandalias; se mueven sin desplazarse al ritmo de la duda, de la curiosidad y del aburrimiento de las palabras que se dicen y sólo algunas se copian. Algunas caras buscan espejos: para la complicidad del momento, o para pensar en momentos nuevos. Varias piernas bailan calladas, y uno que otro móvil interrumpe el ya varias veces interrumpido silencio…
Se escapan sonrisas completas, esas que separan labios; así como también se dan a la fuga de los rostros las que se exhiben a medias, las que mantienen los labios juntos y al suspiro atrapado. Hay mentes que vuelan entre las otras mentes que esperan, y de las que vuelan hay unas que viajan y de las que viajan hay otras que se van con el viento. Viento que por cierto, poco viene refrescando a las respiraciones del lugar…
Una que otra persona voluntaria se da el trabajo de leer en voz alta, una que otra persona se queda paginando callada. Algunos se acompañarán con pensares del pasado; esos que juegan a cambiar las expresiones del rostro, esos que llevan a mirar las caras de otros. Esos otros, que proyectan a la mente pensando sus cuerpos en lugares distintos; fuera de la obligación, del calor obligado…
Sé que unos cuantos se llevarán imágenes que se harán inolvidables; sé que otros se contemplarán en una próxima clase…