Apenas pude percatarme de la complicidad entre silencio y esa media luz, que te dejaban expuesta entre matices y sombras y dejaban verte acostada: esperando, sólo un poco, pero un poco confiada; dejándome mientras tanto: contemplando. Buscando el balance entre el deseo y el gusto y entre el sentimiento y el apetito, entre la admiración y la delicia y hasta entre el tributo y el rito. Primero con las manos o primero con mis besos; el momento y el lugar se expresan; me encaminan, me animan, para así marcar con mis labios el recorrido de mis dedos; lento, como acordes dulces para poesías del cuerpo; o como canción suave para novios recién casados…
Empiezo siendo y luego reconociendo: anunciando con los brazos del aliento y el calor de nuestros labios. Los cuerpos se describen y nuestras almas se saludan: somos dos, somos uno, somos vida y ahí todo lo somos…